10.29.2007

Con dos camas vacías con Joaquín Sabina

Rásquele -ay, dolor, ya me volviste a dar-.

"...Pero que decirie mentiras él pesarie mucho,

e que les avisaba en cosa que con él tratasen no le mintiesen,

ni trajesen maneras de traición."

Andrés de Tapia, Cartas de Relación.

"No conozco a nadie que mienta como tú,

que con tanta disciplina, precisión y sinceridad..."

E. Bunbury, Puta desagradecida.

Este video (el de arribita), ni yo lo hubiera caracterizado mejor.

10.19.2007

Solicito matarife (se busca perrito caliente que me quiera locamente).

"¿Hasta qué punto el mentiroso

deveras miente, deveras se

propone engañar?"

Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad.


"Locos por naufragar, salieron a bailar..."

J. Sabina, El rocanrol de los idiotas.


Ando buscando a un cabrón para partirle su madre. Y no precisamente uno en particular, si no a todo aquel ente que presente un esbozo de lo que expondré a continuación.

Existen esa clase de relaciones efímeras que tanto a mí como a la generalidad nos duran menos que dos peces de hielo en un whiskey on the rocks. Todo transcurre dentro del cliché: salida entre dos personas, el coqueteo consabido, plática amena, cerveza sabrosona, confesiones, empatías, mamadas por el estilo. Generalmente esto se da en algún contexto o momento mágico en el que la soledad está haciendo estragos. O no mágico, pero se cree que lo es. Es normal. Cualquier relación que se precie de serlo empezó así o de un momento a otro se llega a este punto. Lo que pasa después determina la complejidad, duración, intensidad y demás bagatelas de la vida en pareja, pero eso no es precisamente de lo que me quiero quejar.

El pedo comienza cuando al día siguiente de dicha salida, chapaleando la cruda, una despierta inexplicable y terroríficamente de buen humor. Y digo terroríficamente porque no precede a nada bueno que ese buen humor conlleve a recordar a la persona con quien se coqueteó / hubo queveres / le gustó. Hasta aquí, sigue pareciendo el rosa inicio de cualquier bonita relación. Cuando ya de plano la cosa valió pura chingada es cuando empieza el diálogo con una misma, en el que se toma la decisión -porque se está tomando una decisión, por más cruda que se ande-: 'Bueh, me late el tipo, no está mal para salir un rato, sólo será una cuestión efímera, me la pasé bien, me agradó la plática, me gustaría volver a verlo, guaraguaraguaraguá...'

Chin. Puta madre. Ya valió madre. Ya valió puritita madre, porque empezó la pelotera. Y no digo que ya se fue todo al jiote porque uno empiece a querer, quiera o querrá al individuo en cuestión. Eso no necesariamente pasa, que no, que no. Principalmente en esta clase de relaciones que una se plantea de antemano como efímeras, eso no pasa, unoa no quiere a la otra persona. Lo que es peorcito: se entusiasma.

Aquí es cuando una se debe hacer a la idea de ahorrar una buena lana, poner sobreaviso a los compas, esconder objetos punzocortantes, preparar la discografía de Sabina, Chabela, José Alfredo, Lupita D'alessio. Adelantar trabajos académicos, comprar tinte para el pelo, apartar mesa en el bar predilecto por una semana, surtir el refri de caguamas -con un holy tequilón por si hace falta-, hacerse de dos o tres blusas con escote hasta el ombligo, ponerle un chingo de saldo al celular y sacar cita con el terapeuta de cabecera. Para todo esto se requiere mucha lana, tiempo y sobre todo, estar prevenida.

Sin embargo, lo anterior NO es para despilfarrarlo o aprovecharlo con el nuevo y efímero ligue. Es pa' después.

A la postre del entusiasmo, seguirán algunas salidas y otros encuentros con el efímero y novedoso tipo. En esto no voy a precisar, puesto que puede llegar a ser sumamente variable. En el ínter de esas salidas, una anda sin maquillaje, con la seguridad hasta el tope, jacarandosa, sintiéndose más inteligente porque ha racionalizado la situación; no se involucrará y sólo durará lo estrictamente necesario pa' que una no se sienta sola. Y es verdad. Da seguridad, se siente rebonito, la jacarandosez se percibe, y una no se involucrará. Manque no lo crean, es neta.

De antemano, con el tipo en cuestión se dejan planteadas las cosas más o menos así, sintiéndose madura, sensata y racional:

-Una dice: 'Mira, ante todo soy sincera, cuando yo ya no me la pase bien te lo diré, pero ahorita me la paso chido y me agrada tu compañía.'

-El Otro dice: 'Eres increíble. Yo aprecio muchísimo a la gente sincera, puesto que yo lo soy. Y lo mismo va de mi parte, si ya no estoy agusto te lo diré sin chingaderas, somos personas adultas, si salimos es para pasárnosla bien, blablablablablablá...'

Y chíngate, pendeja, porque te lo creíste toditito. Pero toditito.

El problema ahora no es ni la duración del evento, ni que una se entusiasme, ni nada por el estilo. Se sabe a priori que la situación no va a durar y por otra parte una está en todo su derecho de entusiasmarse. Aquí la bronca es que en el momento menos pensado, el tipo desaparece. de inicio, se cree que no hay pedo, pues cuando quisiera desaparecer, él diría que ya no estaba agusto. Posteriormente, una se da cuenta que el pseudo ligue ya valió pa' pura chingada. Y lógicamente, es necesaria, o por lo menos cortés, una explicación. ¿ACASO ES MUCHO PEDIR, CHINGADAMADRE?

En el mejor de los casos, dicha exlicación se obtiene. Y reiteraré para quienes no leyeron bien: en el mejor de los casos. Y cuando es así la neta, de la incertidumbre a esa clase de explicaciones; pos ya lo que caiga es bueno. La explicación estará plagadita de lugares comunes: 'No eres tú, soy yo'...'Es que estoy confundido.' Evito enumerar clichés por respeto a mis lectores. Si el cabrón en cuestión tuviera los huevos para decir: 'La neta, estás bien pendeja / ya me hartaste/ me aburrí / fumas mucho, o lo que sea; será cabrón, aparte cínico y dará mucho coraje. Sin embargo el berrinche se pasará en horas. Pero difícilmente es así.

Ahora, es cuando empiezan las preguntas idiotas de la parte afectada, que se hace a sí misma: '¿Por qué entonces me dijo que sería sincero? ¿En qué la cagué yo? ¿No seré lo suficientemente bonita / inteligente / amena...?'

En la barra de ese bar ella volvió a llorar...

Señores: ahora empieza el despedorre.

Fase 1: Autocompasión. Incomprensión. Decepción. Depresión. Autoevaluación física y de carácter, enumerando las cosas que podrían no gustarle al individuo. llanto, mucho. Autoflagelación, que se puede presentar en depilacioes sistemáticas, tratamientos faciales llenos de saña y brutalidad, arremeter contra las uñas, preferentemente hasta que sangren; comer compulsivamente.

Fase 2: Sangre y pelos. Hacer como que se hace acopio de fuerzas, reunir a los compas de mayor confianza, maquillarse frenéticamente y salir a pistear sintiéndose la reina de la noche. pa' ver si se agarra algo. Generalmente no se agarra nada. Una acaba hasta el camote de peda, dando el papelazo y regresa sola. A la mañana siguiente, es sentirse más sola que nunca, más cruda que nunca y más jodida que nunca.

Fase 3: Más sangre y más pelos. Reunir compas de escasa o nula confianza. Salir a arrabalear maquillada hasta las lonjas, con falda dos centímetros abajo de la tanga, dar el desfiguro total. Contarle la tragedia a quiense atraviese. Comportarse como perra dolida -literal-, lo cual es peligroso, pues el género masculino huele la desesperación. Terminar pagándole la peda al primer imbécil que pase, nomás para besuquearlo. Volver a casa sola con pérdidas que pueden ir desde collares hasta caídas, y sintiéndose jodidamente jodida.

Fase 4: En vista de que otro fracaso de las magnitudes anteriores ya no sería solamente inadmisible, intolerable e inaguantable, si no hasta ridículo; se da la preparación de un ridículo diferente. Una se queda en su casa, se pone hasta la chingada de peda escuchando a José Alfredo y repitiendo pinchemilveces la mismita canción. Generalmente se rodea de amigos, los cuales ya están hartos de presenciar la sistematicidad de las mismas escenas -nada más con cambio de utilería- y escuchar las mismas vainas de la tragedia, ad infinitum.

Las fases anteriores van acompañadas de algunos elementos comunes: Llamadas o mensajes impetuosos y calamitosos al aludido, pérdida de memoria en torno a cuántas veces se ha dicho o hecho lo mismo, generación espontánea por parte propia de pena ajena, y otras lindezas que posiblemente el lector ya detectó.

Cuando una se obsesiona (y este no es argumento mío, aparece en un diálogo) deberían ponerla en cuarentena, darle un permiso especial para faltar a la escuela o al trabajo, recluírla.

Por eso ando buscando un cabrón. Para involucrarlo en una relación efímera conmigo, yo que
soy exitosa, valiente, la que no se queda callada, astuta, apreciada, inmarcesible, avisada, bonita, perseguida, adorada, orgullosa, la nota principal, inteligente, fantástica, increíble, la que sabe conquistar, deslumbrante, rutilante, despampanante, buena lectora, hay que contar conmigo para la cumbancha y el desmadre, elegante, derrocho clase, tengo porte, devoradora, animada, melómana, divertida, interesante, sensual, folcklórica, pintoresca, amistosa, impredecible, confiable, leal, musa, multiorgásmica, realizada, trabajadora, me cuido, caigo bien, admirada, envidiada, centrada, independiente, argüendera, un estuche de monerías, eficaz, tenaz, realista, surrealista, feliz, ingeniosa, esforzada, me como la lumbre a puños, apreciada, madura, inmadura, disfrutable, codiciada, maravillosa, sagrada, glamorosa, sofisticada, fría y calculadora, distinguida, instruída, virtuosa, sabrosa, deseada, privilegiada, distinta, única y agraciada.*

Que pierda la cabeza por mí y así vengar a ciertas jovencitas que han sufrido los desacatos que ya expuse.

Dicen que esta es la Fase 5. Yo no lo sé de cierto, nomás lo supongo.

*Gracias, Benny, por haberme compartido hace un chingo el texto donde encontré todos estos adjetivos.

10.11.2007

Miss Tanzania.


"...Ay! lo que me duele, lo que me duele,
lo que me duele , válgame Dios..."
Cero treintaynueve, Chicoché.

Hace un par de meses, en mi depita en Guanatos, nos encontrábamos en una sana tertulia animados por varios pares de caguamas: el británico Simon -oriundo de un pueblito inglés llamado Tecojobishi, así dice él-, la finlandesa Anu -mejor conocida como Helicóptero- y Ortuño -mi artista favorito-. En medio de las aberraciones que generalmente cometíamos después de tres caguamas, llegamos a la sapientísima decisión de ver el certamen de Miss Universo, que se transmitía esa noche. Armados con más cerveza, nos arreplanamos a ver el programa esperando tener un rato ameno y reírnos de estupideces -creo que de lo único que nos reímos fue de que Miss USA se cayó-.

Fue peor de lo que creí. Al momento en el que apareció Miss Tanzania, una negra gigantesca, rapada y enfundada en un vestido blanco, todos caímos en depresión. Esta mujer era demasiado guapa para ser real, tiraba a la basura cualquier estándar de belleza preenstablecido y ostentaba una presencia que hacía ver a las demás contendientes como un catálogo de siliconas.

Lo más sensato que pudimos hacer fue dejar de ver el pinche programa, mientras Helicóptero y yo nos poníamos un intoxicadón con cerveza, chingadamadre.

Posterior a este evento, la situación fue tema de múltiples discusiones. El concepto de Miss Tanzania trascendió a ser el epítome con el cual se designaba el non plus ultra de belleza sui géneris y porte. A lo que posteriormente me llevó a un conflicto. Ahora explico mis pendejadas:

Estoy consciente de que no soy ni seré parte del estándar establecido de guapez, pero que como soy un cúmulo de curiosidades (brazos y piernas larguísimos y desproporcionados, dientes abrecaguamas, ojitos de contrabando y de pavorreales volando; barba, bigote y pelo en pecho; huesos que me quedan grandes, lengua de gato y barriguita de niña de Biafra), alguna gracia he de tener. El pinche problema aquí es: ¿POR QUÉ PUTAS NO TENGO SEGURIDAD?

Hace unos días, hablando con Ernesto de esta situación, descubrí que tengo al mundo engañadísimo, pues él me dijo que parezco ostentar una seguridad rompemadres. Días antes, saliendo con Israel, Marco, uno de sus amigos, le comentó que mi expresión corporal era impresionante en cuanto a proyección de seguridad. Pues con la pena, pero no. Dentro de mis viacrucis personales -que manque no tengan romanos no dejan de ser admirables- se encuentra el tener que pasar por algún sitio en el que invariablemente voy a ser evaluada. Dícese de un pasillo, un camión, una calle con gente, whatever. La raza no lo sabe, pero debo hacer un esfuerzo ingente por caminar derecha, apretar los músculos de la espalda, cerrar los puños, pensar que soy lo mejor del mundo -sin creérmelo- y caminar como si bailara a ritmo de Love me two times o La Mayonesa. Nadie ha notado (creo) el sudor frío que me escurre por la espalda durante todo este proceso. No es que busque una presencia apabullante (aunque eso parezca) sino una mera cuestión de supervivencia , que me permita mi miserable 1.60 y mis ínfimos 45 kg.

No le anque, yo sé que hay momentos en los que vivo con la invariable certeza de que soy una hierofanía. Chínguense.

10.09.2007

Protocolos.


Quiero comenzar otra de mis crónicas inútiles abriendo parte del anecdotario:

Como todos saben (y los que no, pues deberían), mi ascendencia paterna radica en un pueblo olvidado de la mano de Dios, llamado Mansera (al modo de Macondo, pero con menos raza; y la que tiene el papel de Úrsula Iguarán es mi abuela y esta sí que no se muere). En esta población tan sui géneris donde mi folcklórica estirpe ha constituido su imperio, el hecho de que mi familia conserve la hegemonía se ha establecido a punta de carácter y machetazos -en ese orden-. El caso es que cuenta la historia -quien lo dude remítase a las fuentes, aquí no venga a chingar- que como mi familia era (y es) bastante connotada como para ser parte de algunos desbarajustes del rancho, las hermanas de mi padre se casron decentemente. Menos una. La costumbre en este pintoresco sitio consiste en que en vez de que haya boda, casorio y/o enlace matrimonial, el novio en cuestión se roba a su pareja -la mayoría de las veces con el consentimiento de ella-; y posteriormente se llegaba a un acuerdo entre las familias de los jóvenes involucrados. El caso es que mi parentela, como es la pura distinción y por el respeto del cual goza en estos lares, el hecho de que sufriera un desacato por el estilo era técnicamente inconcebible.

El evento del cual hablaré se da en este contexto: surgió en el momento en el que una de las hermanas de mi padre, un día que se encontraba caminando orondamente por los alrededores del pueblito, fue raptada por su prometido. El personaje en cuestión pasó por alto el status de la familia Díaz, y lo que era más grave, la cabronez característica de dicho clan -incluyendo a su prometida-. No se supo si fue más alarmante el rapto en sí o el hecho de que se necesitaran tres individuos más -aparte del novio- para poder llevarse sin violencia a la jovencita, pues ella sí hacía gala de un lujo de violencia excaerbado. Estas cuatro personas consiguen llevarse a mi querida tía a la casa del contrayente, y fue tal el alboroto causado por el despotricamiento de ella, que de inmediato el suceso llegó a oídos (y retumbó en las casas) de todo Mansera City.

En un santiamén mi abuela, mujer de armas tomar pero con un paradójico sentido de la diplomacia, se dirige a casa de la familia del novio raptor para: poner las cosas en orden, preguntarle a su hija si se quería casar y dejar a los implicados en su lugar. Mientras esto ocurría, otro de los hermanos de mi padre se manejaba en un plano similar, sólo que con técnicas más efectivas y con la firme intención de cumplir el protocolo correspondiente: con machete en una mano y pistola en la otra, enfila a buscar al culpable novio de su hermanita para terminar de partirle la madre sin intermediarios; y si no matarlo, preferentemente caparlo.

En ningún momento armó el escándalo apropiado, pero era (y sigue siendo) vox populi la clase de represalias intrínsecas a la creatividad, imaginación y espíritiu chingativo de mi familia. En este caso, se requirió de medio pueblo para disuadir (y someter, pues desarmarlo nunca pudieron) a mi honorable pariente.

Y como esta clase de situaciones, hay un montón más.

Si a esto a mis lectores les parece exagerando, Fray Diego Durán me respalda: "Yo cuento lo que me parece ser más verdad." Si les sigue pareciendo descabellado, chíngense.

Lo que yo no entiendo es que, con este tipo de antecedentes, se me pida A MÍ compostura en determinados escenarios.

De manera general, acostumbro comportarme, recurrir al diálogo, a las buenas costumbres, a la conciliación; a toda esa pinche bola de detalles que según el Manual de Carreño me constituirán como ser humano. Pero, si genéticamente estoy negada a reaccionar de forma civilizada y me brinca lo tribal , ¿por qué chingados tengo que comportarme como la gente?

Aquí van una serie de contingencias que me dedicaré a explicar:

a) Daños a terceros.

Mi poder mutante consiste en contagiar mi estado de ánimo a cualquier persona que esté a mi alrededor. Y aunque no lo crean, a veces me agüita. Sin embargo, esto opera a un nivel inconsciente, y mi plan no es hacer sentir mal a la banda. Con todo, en estos arranques de mal humor nadie ha salido lastimado, ni siquiera en mi ritualista quiebre de caguamas. A lo que me refiero es que si en verdad quiero chingarme a alguien, me tomo la molestia de que los únicos implicados seamos el ente a chingar y el ente chingante -léase yo-. Ya si por extensión hiero susceptibilidades o físicos ajenos, pues ya será porque la correspondencia fue causada por la metichez.

b) Todo ser humano merece respeto.

Estoy completamente de acuerdo con ello. Pero, el Venadito agregaría: 'todo ser humano merece respeto hasta que deja de merecerlo.' La fanaticada se preguntará: '¿y cuándo deja de merecerlo?' Yo responderé: 'Pues hasta que me faltan el respeto a mí.' Hay una interminable gama de formas, palabras, actitudes, acciones, reacciones y coacciones en las que la pinche gente puede pasarse el respeto que me debe por el arco del triunfo. Con la pena, pero ahi sí vale madre y llueve mole.

c) Un día me van a partir la madre a mí.

Esperemos. A ver si así agarro cría*. Pero si al pobre de Diosito, que de sus 10 mandamientos he roto 11 y ya es hora de que no hace nada, raza que por mucho menos de eso se me alebreste, ya son mamadas. Si yo me pongo violenta y rejega, dentro de mis parámetros es porque tengo una buena razón; si la otra persona también tiene sus motivos, pues adelante y a ver de a cómo nos toca. De ser omnipotente y misericordiosa, prefiero creerme omnipotente.

¿Que todos los argumentos anteriores tienen inconsistencias, están mal planteados, carecen de fundamento y/o se contradicen? Pues claro. Recuérdese que yo me manejo en base a una lógica brutal. Y para cerrar esta sarta de sandeces, concluiré con el único argumento sensato, emitido por Paquito (a) Tlat, sobrino del Mar: 'Péguenle, mejor.'

Ya ando afilando el machete, y ya lo estoy necesitando. Pésele a quien le pese y excítese quien se excite.