12.19.2007

De aquí soy.

"Ahora que Dios me dio licencia de volver..."

Canción popular.


"...Nos queda el mar y un buen pescado que comer

a tu lado, y eso sólo será si vuelves, claro..."

E. Bunbury.


La ven a una y creen que es fácil. Después de cinco meses retacada en chilangolandia, después de un fin de semestre compartido con múltiples dolencias que oscilaron desde una gripa hasta el advenimiento de una muela del jucio; después de aventar las entregas académicas finales, de sufrir casi tres semanas de sobriedad, de aguantar el estrés del síndrome prevacacional en hordas de chilangos cuya condición per se es vivir en el encabronamiento, ya el Venadito está en Lost Mochis disponiéndose a disfrutar de un ameno y merecidísimo período vacacional.

Hace unos cuántos días yo ya estaba con maletitas hechas, dispuesta a emprender la travesía de 1800 km. que me separaban del rancho. El proyecto de la trayectoria constaba de las siguientes etapas:1) Irme a Toluca, 2) pernoctar ahí para estar a las infames 6 am del domingo, 3) tomar el vuelo que me llevaría a Culichi City, 4) ser pepenada ahí por un familiar que se irá al cielo por el hecho de llevarme a la terminal de autobuses a las 8 am, 5) abordar un camioncito de Culiacán a Lost Mochis. Pero no fueron enchiladas. Rafa, con el acomedimiento que lo caracteriza y su espíritu filantrópico ofrecióse a llevarme a la terminal (la neta no es cierto, yo le estuve chingue y chingue que me llevara, para no tener que atravesar media ciudad en metro con un maletón de mi tamaño). Como él es sumamente precavido, hizo averiguaciones previas y determinó que lo más sensato en un sábado de quincena era llevarme a la central de Taxqueña.


Ahi vamos los dos, yo histérica por el tráfico; él, íntegro e inmutable. Llegamos a la central, yo voy monísima como mujer de mundo con maleta y boina, pido un boleto a Toluca. Me contestan: 'mija, de aquí no hay salidas a Toluca, váyase a la central de Observatorio.' Sin perder la sonrisa, me dirijo a otra línea y pido lo mismo. Se ríen y me contestan que me cambie de central. Pregunté tres veces más antes de caer en el descontrol. Rafa me seguía pacientemente arrastrando mi maleta. Determinamos ir a la central de Observatorio. Presa de pánico, enfilamos hacia un rumbo inexacto, pues 1) él no sabía como llegar, 2) yo menos. Nos perdimos como tres veces o más, su jefe nos daba instrucciones por teléfono; cuando creímos que íbamos bien nuestra dirección era el aeropuerto, hicimos un montón de tiempo. Pedíamos instrucciones y las escenas recurrentes eran más o menos así:

-Venadito:(gritando desde la ventana, y con la vena de la frente saltada): 'Buenas noches, buen hombre, ¿Sería tan amable de indicarnos el camino hacia la Central de Observatorio?'
-Transeúnte: 'Usté váyase derechito pa'l lado contrario de viaduto, agarre todo viaduto para que se vaya más rápido, no agarre pa'l peri, y ahi va a ver luego luego.
-Venadito: 'Muchas gracias!' (dirigiéndose ahora a Rafa) 'Entendiste?'
-Rafa: (sonriendo): 'No.'


Horas más tarde, después de vueltas y vueltas a lo imbécil, después de una carga de gasolina y que Rafa se parara al baño, después de recorrer tres veces el mismo trayecto en direcciones contrarias, llegamos a la Central. Él nomás me aventó y se fue, para ese momento su compostura había desaparecido y maldecía la hora en la que se le ocurrió llevarme quién sabe a dónde. Yo abordé mi autobús y me olvidé del mundo. Llego a Toluca, todo transcurre primermundistamente hasta las 5.30 de la mañana del día siguiente, donde una de mis primas va y me deja en el aeropuerto; que a esa hora parecía central de autobuses de cuarta. Me encuentro al Ale, que da la nota de folcklore al momento crítico. Llego a Culiacán con el oído achicharrado (de chicharra, no de chicharrón); uno de mis primos -igualmente desmañanado- me pepena y me deja en la central para que yo finalice el último lapso de tres horas pa' llegar a Lost Mochis.


Llevo tres días aquí. Ya se me quitaron mis males, ya subí como cuatro kilos, ya mi carita se ve sonrosada y rozagante. El Venadito anda toda chiqueada y esponjosa con sus jefazos. Aquí ya se resuelve todo, y lo que no, no vale madre. Los lectores que no conocen este lugar idílico se preguntarán: ¿pos qué chingados hay? y los que ya conocen, me darán toditita la razón.


Ahi nomás pa' que se den un quemón: los hot dogs de Fátima, los tacos del Güerosidas, los aguachiles, mi Panzón de Oro y sus cenas gourmet improvisadas, el café de mi casa -en ningún lado sabe igual-, el cigarro que me fumo debajo de mi arbolón, los desayunos de mi jefa, los seis de ocho a cuarenta pesos de Pacífico, los callos de hacha rumbo a Bachomobampo, los ostiones que me intoxican del Maviri, los atardeceres en el latifundio, los amaneceres bien borrachos en la playita, el Crudalia, los desayunos con los compitas y las pedas también, Pictionary con la Fer, los folcklores de la Karla, mi perrito artrítico que siempre sale a saludar, las chelas de expendio y también las de aguaje, los tacos del Zurdo y del Chavo, el Popeye, el Pueblito y el Ranchero, las chips preparadas, las uvolas y las empanaditas del Oasis, cantar peda canciones del As de la Sierra, ls caguamas en el patio servidas en floreros, las tortillas de harina, el chilorio, etecé, etecé...


A la mera y en dos semanas ya estoy harta. No creo, pero ahorita, ando imparable.

11.25.2007

Cerrada por crímenes a la humanidad ("Lo maté por amor, me quería dejar por otro").

"The devil speaks truth
much oftener than he's deemed.
But he has an ignorant audience."

Lord Byron.

"Nunca entiendo el móvil del crimen,
a menos que sea pasional."

J. Sabina.

"¿Qué culpa tiene la estaca,
si el sapo salta y se ensarta?"

Chicoché.

Me ganaron el jalón. Ahi anda el Venadito como loca, despotricando con respecto a partir madres, a matar por celos y a morir por el primero que se deje, pero gata que maúlla no araña y nomás me quedo con mi desmadre inconcluso. Mientras tanto, con menos alharaca y más rating en los medios, ocurre un suceso que al parecer nomás me dejó consternada a mí. Podríamos argumentar que fue opacado por el escándalo de Fabiruchis y la prensa sensacionalista, pero de eso haré especificaciones más adelante. Como aaquí yo manejo fuentes fidedignas, principios de autoridad y trabajo haciendo periodismo serio; recurriré en este desglose a lo que siempre me ha funcionado: mi veldá. Y a quien no le guste, pues que no me lea.

La noticia que me tiene consternada es el hecho de que en Lost Mochis un chamaquito de 19 años, sonriente, guapetón, de bonita dentadura y simpatía arrolladora; sin más preámbulo se escabecha a balazos a su pareja, connotado funcionario académico de un alma máter que no es la mía (léase la UAS). Y digo sin más preámbulo porque el pinche Venadito escandaloso ahi anda cerveceando y gritándole al mundo que madreará, que golpeará, que capará; y toda una sarta de barbaridades que nomás promete y nunca cumple. Por el contrario, ni se anima y ahi anda lloriqueando por los rincones cuando no la ven o vuelta un moco al minuto 15.34 de un filme romanticón. Y por más que siga despepitando contra el género humano, masculino o lo que sea, ándale que se la madrugaron.

Pues nuestro personajazo, flamante asesino pasional y paisano, defensor de la fidelidad, ícono de la lealtad de pareja, criminal confeso por gusto propio y demás epítomes que le quieran endilgar; le vuela la crisma a su querido-novio-señor, lo tira a un canal (pa' los que saben, el canalón que está por los Álamos enfrente de la Colonia Burócrata) y se va a dormir a su casa. Aplausos y fanfarrias, por favor.

Tres días más tarde, aparece el flotante cadáver del funcionario, y el chamaquito sin ningún empacho va y se entrega a las autoridades correspondientes. De forma paralela, el mismo día ahi andaba el Venadito en Lost Mochis pasando el puente del día de Muertos; con cinco cervezas en la panza cantando a voz en cuello: '...te voy a chupar todo el protoplasma, todo el protoplasma, todo el protoplasma, te voy a chupar... y a ver qué haces sin protoplasma, joder...¿qué vas a hacer, sin ojos sin lengua, sin pelos, sin alma, y aparte sin mí? ¡Cabrón!...' 1 Pero ya ven cómo es, la neta no hace nada.

Posiblemente me caigan oleadas de comentarios recriminándome por apoyar un asesinato, mi querido tío el monseñor que ofició la misa del asesinado me excomulgará, la coordinación de la UAS borrará mi expediente (bendito Dios!), el mundo farandulero me dará opiniones sobre la madriza fabiruchesca, mis detractores me querrán madrear a mí, y los fans del Mochaorejas me pedirán que escriba su biografía. Pero como nadie me lee y me encanta dar explicaciones no pedidas, ahí les va. A quien le quede el saco, pues que le haga dos hoyitos.

-Respuesta a los de Provida, monjes budistas, sociedad protectora de funcionarios públicos y cualquier otro que se me escandalice: Yo no apoyo asesinatos, o por lo menos no del todo, y mi postura ética ante el crimen no la voy a discutir aquí. Lo que le aplaudo a este asesino no es el crímen en sí, sino el haberlo hecho sin escándalo y responsabilizarse de lo que hizo al entregarse. Y por si fuera poco, todavía sonreír y saludar a las cámaras. Si mucha raza tuviera ese coraje, a los de Provida les faltaría con quién engrosar sus filas, los funcionarios públicos no me la harían de jamón con mis trámites de titulación, los escandalizados se dejarían de mojigaterías y los monjes budistas, pues seguirían siendo monjes budistas.

-Respuesta a mi tío el monseñor y su latente excomunión hacia mi persona: Ya se había tardado. Pero le aclaro que tengo temor de Dios: mis orgasmos duran lo que duran tres credos y ostento un escapulario de San Malverde en mi muñeca derecha.

-Respuesta a los que viven en carne propia el dolor de Fabiruchis: Pa' empezar, los móviles del crimen hacia Fabián Lavalle y el de este asesino dolido y solitario carecen de relación. Díganle de mi parte al aludido conductor de televisión que los besos se pagan al contado, para que no falten y para que no se lo madreen a uno sin que lo pida.

-Respuesta a la coordinación de la UAS: Ustedes nunca me han visto (ahora el Venadito desaparece tras una estela de humo).

- Respuesta a mis detractores: ¿Ustedes qué hacen aquí? Váyanse al blog de mi hermano.

-Respuesta a los fans del Mochaorejas: ¿Cuándo empiezo?

Ahora mi fanaticada se preguntará, presa de la consternación: '¿Qué va a hacer ahora el Venadito, si su faceta rompemadres resultó ser un fiasco?' Pues nada. La que suscribe está ahorita tranquilita, frente a una lata de pulque 'La lucha' (older than tequila, stronger than beer) -gracias, Isra-, olvidando el asesinato como una de las bellas artes y contemplando otras formas de artisteada. Buscaré otra tumba pa' mi rumba, seguiré salseando en el bar Dos Naciones, figuraré del brazo de altos personajes del espectáculo, tiraré el machete por la ventana y me pondré a hacer cualquier cosa que me haga sentir un poco más Carmen Salinas y un poco menos el Venadito como criminal.

1 Orozco, Regina. Protoplasma.

*
Ahi con la pena, les debo la imagen de la noticia.

10.29.2007

Con dos camas vacías con Joaquín Sabina

Rásquele -ay, dolor, ya me volviste a dar-.

"...Pero que decirie mentiras él pesarie mucho,

e que les avisaba en cosa que con él tratasen no le mintiesen,

ni trajesen maneras de traición."

Andrés de Tapia, Cartas de Relación.

"No conozco a nadie que mienta como tú,

que con tanta disciplina, precisión y sinceridad..."

E. Bunbury, Puta desagradecida.

Este video (el de arribita), ni yo lo hubiera caracterizado mejor.

10.19.2007

Solicito matarife (se busca perrito caliente que me quiera locamente).

"¿Hasta qué punto el mentiroso

deveras miente, deveras se

propone engañar?"

Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad.


"Locos por naufragar, salieron a bailar..."

J. Sabina, El rocanrol de los idiotas.


Ando buscando a un cabrón para partirle su madre. Y no precisamente uno en particular, si no a todo aquel ente que presente un esbozo de lo que expondré a continuación.

Existen esa clase de relaciones efímeras que tanto a mí como a la generalidad nos duran menos que dos peces de hielo en un whiskey on the rocks. Todo transcurre dentro del cliché: salida entre dos personas, el coqueteo consabido, plática amena, cerveza sabrosona, confesiones, empatías, mamadas por el estilo. Generalmente esto se da en algún contexto o momento mágico en el que la soledad está haciendo estragos. O no mágico, pero se cree que lo es. Es normal. Cualquier relación que se precie de serlo empezó así o de un momento a otro se llega a este punto. Lo que pasa después determina la complejidad, duración, intensidad y demás bagatelas de la vida en pareja, pero eso no es precisamente de lo que me quiero quejar.

El pedo comienza cuando al día siguiente de dicha salida, chapaleando la cruda, una despierta inexplicable y terroríficamente de buen humor. Y digo terroríficamente porque no precede a nada bueno que ese buen humor conlleve a recordar a la persona con quien se coqueteó / hubo queveres / le gustó. Hasta aquí, sigue pareciendo el rosa inicio de cualquier bonita relación. Cuando ya de plano la cosa valió pura chingada es cuando empieza el diálogo con una misma, en el que se toma la decisión -porque se está tomando una decisión, por más cruda que se ande-: 'Bueh, me late el tipo, no está mal para salir un rato, sólo será una cuestión efímera, me la pasé bien, me agradó la plática, me gustaría volver a verlo, guaraguaraguaraguá...'

Chin. Puta madre. Ya valió madre. Ya valió puritita madre, porque empezó la pelotera. Y no digo que ya se fue todo al jiote porque uno empiece a querer, quiera o querrá al individuo en cuestión. Eso no necesariamente pasa, que no, que no. Principalmente en esta clase de relaciones que una se plantea de antemano como efímeras, eso no pasa, unoa no quiere a la otra persona. Lo que es peorcito: se entusiasma.

Aquí es cuando una se debe hacer a la idea de ahorrar una buena lana, poner sobreaviso a los compas, esconder objetos punzocortantes, preparar la discografía de Sabina, Chabela, José Alfredo, Lupita D'alessio. Adelantar trabajos académicos, comprar tinte para el pelo, apartar mesa en el bar predilecto por una semana, surtir el refri de caguamas -con un holy tequilón por si hace falta-, hacerse de dos o tres blusas con escote hasta el ombligo, ponerle un chingo de saldo al celular y sacar cita con el terapeuta de cabecera. Para todo esto se requiere mucha lana, tiempo y sobre todo, estar prevenida.

Sin embargo, lo anterior NO es para despilfarrarlo o aprovecharlo con el nuevo y efímero ligue. Es pa' después.

A la postre del entusiasmo, seguirán algunas salidas y otros encuentros con el efímero y novedoso tipo. En esto no voy a precisar, puesto que puede llegar a ser sumamente variable. En el ínter de esas salidas, una anda sin maquillaje, con la seguridad hasta el tope, jacarandosa, sintiéndose más inteligente porque ha racionalizado la situación; no se involucrará y sólo durará lo estrictamente necesario pa' que una no se sienta sola. Y es verdad. Da seguridad, se siente rebonito, la jacarandosez se percibe, y una no se involucrará. Manque no lo crean, es neta.

De antemano, con el tipo en cuestión se dejan planteadas las cosas más o menos así, sintiéndose madura, sensata y racional:

-Una dice: 'Mira, ante todo soy sincera, cuando yo ya no me la pase bien te lo diré, pero ahorita me la paso chido y me agrada tu compañía.'

-El Otro dice: 'Eres increíble. Yo aprecio muchísimo a la gente sincera, puesto que yo lo soy. Y lo mismo va de mi parte, si ya no estoy agusto te lo diré sin chingaderas, somos personas adultas, si salimos es para pasárnosla bien, blablablablablablá...'

Y chíngate, pendeja, porque te lo creíste toditito. Pero toditito.

El problema ahora no es ni la duración del evento, ni que una se entusiasme, ni nada por el estilo. Se sabe a priori que la situación no va a durar y por otra parte una está en todo su derecho de entusiasmarse. Aquí la bronca es que en el momento menos pensado, el tipo desaparece. de inicio, se cree que no hay pedo, pues cuando quisiera desaparecer, él diría que ya no estaba agusto. Posteriormente, una se da cuenta que el pseudo ligue ya valió pa' pura chingada. Y lógicamente, es necesaria, o por lo menos cortés, una explicación. ¿ACASO ES MUCHO PEDIR, CHINGADAMADRE?

En el mejor de los casos, dicha exlicación se obtiene. Y reiteraré para quienes no leyeron bien: en el mejor de los casos. Y cuando es así la neta, de la incertidumbre a esa clase de explicaciones; pos ya lo que caiga es bueno. La explicación estará plagadita de lugares comunes: 'No eres tú, soy yo'...'Es que estoy confundido.' Evito enumerar clichés por respeto a mis lectores. Si el cabrón en cuestión tuviera los huevos para decir: 'La neta, estás bien pendeja / ya me hartaste/ me aburrí / fumas mucho, o lo que sea; será cabrón, aparte cínico y dará mucho coraje. Sin embargo el berrinche se pasará en horas. Pero difícilmente es así.

Ahora, es cuando empiezan las preguntas idiotas de la parte afectada, que se hace a sí misma: '¿Por qué entonces me dijo que sería sincero? ¿En qué la cagué yo? ¿No seré lo suficientemente bonita / inteligente / amena...?'

En la barra de ese bar ella volvió a llorar...

Señores: ahora empieza el despedorre.

Fase 1: Autocompasión. Incomprensión. Decepción. Depresión. Autoevaluación física y de carácter, enumerando las cosas que podrían no gustarle al individuo. llanto, mucho. Autoflagelación, que se puede presentar en depilacioes sistemáticas, tratamientos faciales llenos de saña y brutalidad, arremeter contra las uñas, preferentemente hasta que sangren; comer compulsivamente.

Fase 2: Sangre y pelos. Hacer como que se hace acopio de fuerzas, reunir a los compas de mayor confianza, maquillarse frenéticamente y salir a pistear sintiéndose la reina de la noche. pa' ver si se agarra algo. Generalmente no se agarra nada. Una acaba hasta el camote de peda, dando el papelazo y regresa sola. A la mañana siguiente, es sentirse más sola que nunca, más cruda que nunca y más jodida que nunca.

Fase 3: Más sangre y más pelos. Reunir compas de escasa o nula confianza. Salir a arrabalear maquillada hasta las lonjas, con falda dos centímetros abajo de la tanga, dar el desfiguro total. Contarle la tragedia a quiense atraviese. Comportarse como perra dolida -literal-, lo cual es peligroso, pues el género masculino huele la desesperación. Terminar pagándole la peda al primer imbécil que pase, nomás para besuquearlo. Volver a casa sola con pérdidas que pueden ir desde collares hasta caídas, y sintiéndose jodidamente jodida.

Fase 4: En vista de que otro fracaso de las magnitudes anteriores ya no sería solamente inadmisible, intolerable e inaguantable, si no hasta ridículo; se da la preparación de un ridículo diferente. Una se queda en su casa, se pone hasta la chingada de peda escuchando a José Alfredo y repitiendo pinchemilveces la mismita canción. Generalmente se rodea de amigos, los cuales ya están hartos de presenciar la sistematicidad de las mismas escenas -nada más con cambio de utilería- y escuchar las mismas vainas de la tragedia, ad infinitum.

Las fases anteriores van acompañadas de algunos elementos comunes: Llamadas o mensajes impetuosos y calamitosos al aludido, pérdida de memoria en torno a cuántas veces se ha dicho o hecho lo mismo, generación espontánea por parte propia de pena ajena, y otras lindezas que posiblemente el lector ya detectó.

Cuando una se obsesiona (y este no es argumento mío, aparece en un diálogo) deberían ponerla en cuarentena, darle un permiso especial para faltar a la escuela o al trabajo, recluírla.

Por eso ando buscando un cabrón. Para involucrarlo en una relación efímera conmigo, yo que
soy exitosa, valiente, la que no se queda callada, astuta, apreciada, inmarcesible, avisada, bonita, perseguida, adorada, orgullosa, la nota principal, inteligente, fantástica, increíble, la que sabe conquistar, deslumbrante, rutilante, despampanante, buena lectora, hay que contar conmigo para la cumbancha y el desmadre, elegante, derrocho clase, tengo porte, devoradora, animada, melómana, divertida, interesante, sensual, folcklórica, pintoresca, amistosa, impredecible, confiable, leal, musa, multiorgásmica, realizada, trabajadora, me cuido, caigo bien, admirada, envidiada, centrada, independiente, argüendera, un estuche de monerías, eficaz, tenaz, realista, surrealista, feliz, ingeniosa, esforzada, me como la lumbre a puños, apreciada, madura, inmadura, disfrutable, codiciada, maravillosa, sagrada, glamorosa, sofisticada, fría y calculadora, distinguida, instruída, virtuosa, sabrosa, deseada, privilegiada, distinta, única y agraciada.*

Que pierda la cabeza por mí y así vengar a ciertas jovencitas que han sufrido los desacatos que ya expuse.

Dicen que esta es la Fase 5. Yo no lo sé de cierto, nomás lo supongo.

*Gracias, Benny, por haberme compartido hace un chingo el texto donde encontré todos estos adjetivos.

10.11.2007

Miss Tanzania.


"...Ay! lo que me duele, lo que me duele,
lo que me duele , válgame Dios..."
Cero treintaynueve, Chicoché.

Hace un par de meses, en mi depita en Guanatos, nos encontrábamos en una sana tertulia animados por varios pares de caguamas: el británico Simon -oriundo de un pueblito inglés llamado Tecojobishi, así dice él-, la finlandesa Anu -mejor conocida como Helicóptero- y Ortuño -mi artista favorito-. En medio de las aberraciones que generalmente cometíamos después de tres caguamas, llegamos a la sapientísima decisión de ver el certamen de Miss Universo, que se transmitía esa noche. Armados con más cerveza, nos arreplanamos a ver el programa esperando tener un rato ameno y reírnos de estupideces -creo que de lo único que nos reímos fue de que Miss USA se cayó-.

Fue peor de lo que creí. Al momento en el que apareció Miss Tanzania, una negra gigantesca, rapada y enfundada en un vestido blanco, todos caímos en depresión. Esta mujer era demasiado guapa para ser real, tiraba a la basura cualquier estándar de belleza preenstablecido y ostentaba una presencia que hacía ver a las demás contendientes como un catálogo de siliconas.

Lo más sensato que pudimos hacer fue dejar de ver el pinche programa, mientras Helicóptero y yo nos poníamos un intoxicadón con cerveza, chingadamadre.

Posterior a este evento, la situación fue tema de múltiples discusiones. El concepto de Miss Tanzania trascendió a ser el epítome con el cual se designaba el non plus ultra de belleza sui géneris y porte. A lo que posteriormente me llevó a un conflicto. Ahora explico mis pendejadas:

Estoy consciente de que no soy ni seré parte del estándar establecido de guapez, pero que como soy un cúmulo de curiosidades (brazos y piernas larguísimos y desproporcionados, dientes abrecaguamas, ojitos de contrabando y de pavorreales volando; barba, bigote y pelo en pecho; huesos que me quedan grandes, lengua de gato y barriguita de niña de Biafra), alguna gracia he de tener. El pinche problema aquí es: ¿POR QUÉ PUTAS NO TENGO SEGURIDAD?

Hace unos días, hablando con Ernesto de esta situación, descubrí que tengo al mundo engañadísimo, pues él me dijo que parezco ostentar una seguridad rompemadres. Días antes, saliendo con Israel, Marco, uno de sus amigos, le comentó que mi expresión corporal era impresionante en cuanto a proyección de seguridad. Pues con la pena, pero no. Dentro de mis viacrucis personales -que manque no tengan romanos no dejan de ser admirables- se encuentra el tener que pasar por algún sitio en el que invariablemente voy a ser evaluada. Dícese de un pasillo, un camión, una calle con gente, whatever. La raza no lo sabe, pero debo hacer un esfuerzo ingente por caminar derecha, apretar los músculos de la espalda, cerrar los puños, pensar que soy lo mejor del mundo -sin creérmelo- y caminar como si bailara a ritmo de Love me two times o La Mayonesa. Nadie ha notado (creo) el sudor frío que me escurre por la espalda durante todo este proceso. No es que busque una presencia apabullante (aunque eso parezca) sino una mera cuestión de supervivencia , que me permita mi miserable 1.60 y mis ínfimos 45 kg.

No le anque, yo sé que hay momentos en los que vivo con la invariable certeza de que soy una hierofanía. Chínguense.

10.09.2007

Protocolos.


Quiero comenzar otra de mis crónicas inútiles abriendo parte del anecdotario:

Como todos saben (y los que no, pues deberían), mi ascendencia paterna radica en un pueblo olvidado de la mano de Dios, llamado Mansera (al modo de Macondo, pero con menos raza; y la que tiene el papel de Úrsula Iguarán es mi abuela y esta sí que no se muere). En esta población tan sui géneris donde mi folcklórica estirpe ha constituido su imperio, el hecho de que mi familia conserve la hegemonía se ha establecido a punta de carácter y machetazos -en ese orden-. El caso es que cuenta la historia -quien lo dude remítase a las fuentes, aquí no venga a chingar- que como mi familia era (y es) bastante connotada como para ser parte de algunos desbarajustes del rancho, las hermanas de mi padre se casron decentemente. Menos una. La costumbre en este pintoresco sitio consiste en que en vez de que haya boda, casorio y/o enlace matrimonial, el novio en cuestión se roba a su pareja -la mayoría de las veces con el consentimiento de ella-; y posteriormente se llegaba a un acuerdo entre las familias de los jóvenes involucrados. El caso es que mi parentela, como es la pura distinción y por el respeto del cual goza en estos lares, el hecho de que sufriera un desacato por el estilo era técnicamente inconcebible.

El evento del cual hablaré se da en este contexto: surgió en el momento en el que una de las hermanas de mi padre, un día que se encontraba caminando orondamente por los alrededores del pueblito, fue raptada por su prometido. El personaje en cuestión pasó por alto el status de la familia Díaz, y lo que era más grave, la cabronez característica de dicho clan -incluyendo a su prometida-. No se supo si fue más alarmante el rapto en sí o el hecho de que se necesitaran tres individuos más -aparte del novio- para poder llevarse sin violencia a la jovencita, pues ella sí hacía gala de un lujo de violencia excaerbado. Estas cuatro personas consiguen llevarse a mi querida tía a la casa del contrayente, y fue tal el alboroto causado por el despotricamiento de ella, que de inmediato el suceso llegó a oídos (y retumbó en las casas) de todo Mansera City.

En un santiamén mi abuela, mujer de armas tomar pero con un paradójico sentido de la diplomacia, se dirige a casa de la familia del novio raptor para: poner las cosas en orden, preguntarle a su hija si se quería casar y dejar a los implicados en su lugar. Mientras esto ocurría, otro de los hermanos de mi padre se manejaba en un plano similar, sólo que con técnicas más efectivas y con la firme intención de cumplir el protocolo correspondiente: con machete en una mano y pistola en la otra, enfila a buscar al culpable novio de su hermanita para terminar de partirle la madre sin intermediarios; y si no matarlo, preferentemente caparlo.

En ningún momento armó el escándalo apropiado, pero era (y sigue siendo) vox populi la clase de represalias intrínsecas a la creatividad, imaginación y espíritiu chingativo de mi familia. En este caso, se requirió de medio pueblo para disuadir (y someter, pues desarmarlo nunca pudieron) a mi honorable pariente.

Y como esta clase de situaciones, hay un montón más.

Si a esto a mis lectores les parece exagerando, Fray Diego Durán me respalda: "Yo cuento lo que me parece ser más verdad." Si les sigue pareciendo descabellado, chíngense.

Lo que yo no entiendo es que, con este tipo de antecedentes, se me pida A MÍ compostura en determinados escenarios.

De manera general, acostumbro comportarme, recurrir al diálogo, a las buenas costumbres, a la conciliación; a toda esa pinche bola de detalles que según el Manual de Carreño me constituirán como ser humano. Pero, si genéticamente estoy negada a reaccionar de forma civilizada y me brinca lo tribal , ¿por qué chingados tengo que comportarme como la gente?

Aquí van una serie de contingencias que me dedicaré a explicar:

a) Daños a terceros.

Mi poder mutante consiste en contagiar mi estado de ánimo a cualquier persona que esté a mi alrededor. Y aunque no lo crean, a veces me agüita. Sin embargo, esto opera a un nivel inconsciente, y mi plan no es hacer sentir mal a la banda. Con todo, en estos arranques de mal humor nadie ha salido lastimado, ni siquiera en mi ritualista quiebre de caguamas. A lo que me refiero es que si en verdad quiero chingarme a alguien, me tomo la molestia de que los únicos implicados seamos el ente a chingar y el ente chingante -léase yo-. Ya si por extensión hiero susceptibilidades o físicos ajenos, pues ya será porque la correspondencia fue causada por la metichez.

b) Todo ser humano merece respeto.

Estoy completamente de acuerdo con ello. Pero, el Venadito agregaría: 'todo ser humano merece respeto hasta que deja de merecerlo.' La fanaticada se preguntará: '¿y cuándo deja de merecerlo?' Yo responderé: 'Pues hasta que me faltan el respeto a mí.' Hay una interminable gama de formas, palabras, actitudes, acciones, reacciones y coacciones en las que la pinche gente puede pasarse el respeto que me debe por el arco del triunfo. Con la pena, pero ahi sí vale madre y llueve mole.

c) Un día me van a partir la madre a mí.

Esperemos. A ver si así agarro cría*. Pero si al pobre de Diosito, que de sus 10 mandamientos he roto 11 y ya es hora de que no hace nada, raza que por mucho menos de eso se me alebreste, ya son mamadas. Si yo me pongo violenta y rejega, dentro de mis parámetros es porque tengo una buena razón; si la otra persona también tiene sus motivos, pues adelante y a ver de a cómo nos toca. De ser omnipotente y misericordiosa, prefiero creerme omnipotente.

¿Que todos los argumentos anteriores tienen inconsistencias, están mal planteados, carecen de fundamento y/o se contradicen? Pues claro. Recuérdese que yo me manejo en base a una lógica brutal. Y para cerrar esta sarta de sandeces, concluiré con el único argumento sensato, emitido por Paquito (a) Tlat, sobrino del Mar: 'Péguenle, mejor.'

Ya ando afilando el machete, y ya lo estoy necesitando. Pésele a quien le pese y excítese quien se excite.

9.20.2007

Tú pregúntame del Diablo.


Yo no tengo autoestima. A la mera tendré ego, pero autoestima jamás. Así que cuando recibo una invitación a comer por parte de un connotado doctor en Historia, nomás me dio un soponcio. Pasada la taranta, me acribillaron las dudas. Si ni soy inteligente, cuantimenos bonita, ¿cómo pa' qué chingados quiere perder su valioso tiempo conmigo si me ha visto tres veces en su vida?

No soy partidaria del culto al individuo, pero evidentemente hay personas a quien admiro. Y si las admiro, es porque también admiro su trabajo. Y si admiro su trabajo, es porque algo me han aportado. Y a muchas cosas que me han aportado, estoy consciente de que yo no puedo aportar más que pura chingada. Con lo aterrada que estaba, busqué varios artículos del doctor en cuestión y me los reventé nomás para no estar tan perdida en la conversación.Quedamos de vernos a X hora en X lugar; yo llegué antes y con tacones pa' ver si se me notaba el porte -que no se me notó más que pura madre: caminaba como pollo espinado y con riesgo de caerme cada tres pasos-. Me había llevado un texto para leerlo mientras esperaba, el cual era Pinturas Coloniales de Ánimas del Purgatorio; para ver si el título rimbombante me daba caché, pero no le entendía al texto en lo absoluto. Veo de lejos al doctor, guardo el libro que no me sirvió pa' nada y camino como mujer de mundo, sonriendo eléctricamente. Lo saludo y él me presenta con la persona que estaba hablando. Al momento en el que mencionó mi grado de maestría me sentí rete importante y externé con soltura mis sapientísimas opiniones con respecto a la afluencia de gente en la UNAM. La tercera persona se despidió y yo, al percatame de que cualquier metida de pata en la conversación corría únicamente bajo mi responsabilidad, me volví a sentir chinche. Llegamos al restaurante, yo me comportaba con toda corrección y le hacía preguntas en torno a tópicos importantes. Sabía que yo no podía aparentar saber cosas que no sabía, y me manejé con tacto sólo externando opinioncitas. Tengo la teoría de que él en algún momento se hartó de esa dinámica y comenzó a hacerme confesiones en cuanto a sus anécdotas de licenciatura.

Al momento en el que un reconocido investigador demonólogo (ansina es, eso trabaja: los demonios) confiesa su gusto por las telenovelas, pierde el porte, habla de sus desfiguros y se muere de risa con mis cometarios; considero prudente saltarme el café -para que la conversación no se vuelva una plática de café- y pedir cervezas.


La Borrega me dijo sabiamente alguna vez (pues todo lo que ella dice, lo dice sabiamente): 'Tu le agradas a la gente por tu espontaneidad para decir estupideces sin el menor asomo de pena.' Y así fue.


Antes de la segunda cerveza, ambos estábamos botados de la risa, contándonos la clase de verdades que se le cuentan a un perfecto extraño -o sea: la meritita verdad-, hablando aleatoriamente de demonios, chismes, muerte y muertos, pendejadas y gustos culposos, fracasos sin triunfos y triunfos que en alguna vida llegarán. En este inverosímil contexto nos cayó la noche, mientras él hablaba impetuosamente sobre su hámster fallecido. A ninguno de los dos se le notaba el ningún vestigio de ganas de irse; y cuando él se aventó el comentario de: 'hace muchísimo tiempo que no volvía a mi casa después de las nueve, y hace muchísimo más que no me tomaba una cerveza', yo me sentí entre halagada y culpable. Nos despedimos prometiendo escribirnos.


Ayer recibí un mensaje: 'Soy yo quien tiene que agradecer tu hermosa compañía.'


Sigo siendo la misma idiota de siempre. Pero me siento menos idiota cuando alguien se toma la molestia en que no me sienta idiota.

9.10.2007

Olas altas, olas grandes, que me arrastran y me alejan, cuando anclemos en Temixco quédense un ratito quietas...


"Ay, qué gusto de volverte a ver
saludarte y saber que estás bien."
Rigo Tovar.


Ni un pinche mensaje y ya era jueves. Así empieza mi despedorre tratando de irme a Temixco / Timbuktú sin saber qué pedo -¿Cómo pa' qué? Me había dicho el Mar. Es como si tu amá quisiera ir al Caudillos-. En esas andaba yo, golpeándome contra las paredes de mi cuarto cual rata en laboratorio de metadona. Suena mi telefonito, se me cae tres veces antes de contestarlo. No era el Mar, era mi prima para invitarme a pistear. Salí de mi casa dispuesta a tomarme una botella detrás de otra (de lo que fuera) pa' marear mi berrinche. En el bar el 76 me empanzé con dos caguamas al hilo, tuve hora y media para que se me bajara antes de compartir un doce con mi contingente. A esasa alturas yo estaba en ese estado vertiginoso en el que se oscila entre el encabronamiento, la tristeza, el desconcierto y mi peculiar neurosis. Me dejaron en casa mientras aún me comportaba y yo empecé sistemáticamente a mandar mensajes a lo imbécil, para ver quién chingados quería pistear conmigo. Comenzó la faceta número dos de mi vertiginoso estado: me entró la melodramática y me puse a hacer teatro de tal forma que no se escuche pero se note. En esas andaba, al borde de mi faceta número tres (dicha faceta consiste en escuchar "Relámpago" de Lila un promedio de 5 veces, tomarme igual número de caballitos de tequila -en realidad aguanto menos, pero hay que equilibrar-, mentarle la madre al de enfrente, meterme debajo de una mesa y vomitar. Nadie quiere que llegue a ese nivel) cuando llega Alba -mi roommate-. A mis dos frases y entre mis lloriqueos, me saca para que me tome otra cerveza. En cualquier otra situación esta desición hubiese sido catastrófica, pero yo sólo quería orearme y tener público para mi soliloquio. Albita se la rifó. Posee una sabiduría innata y práctica, en la que me dice lo pendeja que estoy con un tono tan dulce que dan ganas de que me diga pendeja siempre. Me aliviané a ratitos, pues las dos nos agüitábamos con la notable presencia de una mulatona, cuyas caderas y porte nos hacían sentir microbios, o estreptomises. Abandonamos el bar -proféticamente llamado Gato Macho, para esa hora maldita- y dos perrazos nos escoltaron hacia la casa, motivo por el cual me sentí menos miserable.




A la mañana siguiente ya me había hecho a la idea de quedarme retacada en mi casa el fin de semana, pero en esos altibajos de la cruda se me ocurrió que posiblemente encontraría instrucciones de viaje en mi correo. Lo reviso y encuentro una palabra:"Cáele." ¿Cáele a dónde? ¿A Cuernavaca, a Temixco / Timbuktú, a chingar a mi madre, a dónde? Mi pariente me sugirió, en base a su lógica brutal, que me fuera y pusiera en Cuernavaca letreros con la foto del Mar y mi teléfono para que me dieran información. Me dije: 'Total, el pinche Temixco / Timbuktú ha de tener cinco casas, una tienda y el CIE, ¿qué tan difícil ha de ser encontrarlo?' Duré así como hora y media, con mi mochila preparada en la mano y corriendo en círculos a lo baboso. Cuando decidí irme hasta el otro día, suena el teléfono y la pinche risa del Mar. Hasta la cruda se me olvidó. No le entendí nada, no me entendió nada, pero no sé ni cómo acordamos vernos en el centro de Cuernavaca.




Existen dos formas de llegar a la central de Taxqueña desde mi casa: 1) Tomando un camión que sale a dos cuadras y llegar en cinco minutos. 2) Tomar el metro, transbordar dos veces, recorrer literalmente media ciudad y llegar por lo bajito en una hora. A estas alturas yo no pensaba mucho que digamos y me incliné por la segunda opción. Al llegar a la central, opté por la línea de autobuses que llamara más mi atención (mis operaciones cognitivas son iguales a las de un niño de 3 años: algo rojo, algo brillante o que haga ruiditos es lo que determina mis elecciones). Quince minutos más tarde el Venadito estaba en un embotellamiento de viernes por la tarde. De México a Cuernavaca son 60 km, la misma distancia que de Lost Mochis a Guasave -nótese mis referencias: Mochis es la medida de todas las cosas- que se concreta como en media hora. Yo me reventaba casi dos horas entre curvas, nubes, verde, borreguitos y High School Musical, la película -lo confieso, la vi de a ratos, y qué-. Después de entrar a Cuernavaca -al pobre chofer ya lo tenía hasta la madre con mis preguntas- me devanaba yo en cuestionamientos cruciales: '¿Cuernavaca es nomás Cuernavaca o es Cuernavaca Chipital? ¿Encontraré pavorreales atropellados? ¿El Mar dónde me estará esperando?' Me bajé del autobús y salí de la central en chinga.




Nomás escucho: '¿Pa' dónde, mija?' volteo y ahistá. Generalmente hago descripciones de todo lo que se me atraviesa, pero con respecto a él creo que las descripciones están por demás; y con respecto a Cuernavaca, para mí fue ponerle forma y color a las cosas que ya me sabía de memoria -como el Cyber Gasso, con su logo de marcianito, del cuál no sé por qué extraño motivo siempre tenía la referencia- Caminamos, comimos, baboseamos y sobre todo hablamos. Me bajé el crudón que traía con un pozolazo, me sentía en Mochis y se me fue la tarde: Lo más sensato hubiera sido quedarse de fiesta en Cuernavaca, pero mi interés primordial era conocer Temixco / Timbuktú.




A bordo de la ruta 16, cruzando el Pte. Los Pollos (interprétese el Pte. como Puente o Presidente), a 5.5 km de Cuernavaca, está Temixco / Timbuktú. No era tan chiquito como pa' encontrar al Mar en medio del marasmo jugando con un perriro, ni tan grande como pa' alterarse. Llegamos a su casa, presentóme a su casera / madre putativa y me ladró su perrita Paloma Pamela. Desde donde estaba se ven los cerros, se escucha Mazzy Star, hay una gotera sistemática y caguamas de Corona. Quemé sin querer un libro, recibí el mapa de Jack Sparrow mandado por mi amá, me encontré en cada letrero y dormí como diablito. A la mañana siguiente, mientras yo me levantaba de buen humor corriendo hacia la ventana pa' ver si se veía el volcán, el Mar lloriqueba por dolor de garganta. Dibodobadito -diría el Germán, la perfección es un error. Fuimos a desayunar y de ahí de vuelta a Cuernavaca a realizar el tour que el Mar creía obligatorio. La iglesia del Calvario me gustó a medias -me quedé con la duda de quién es San Charbel-, la barranca de Amanalco me conquistó y me dí un costalazo en el puente colgante, aunado a la pena de que había gente y que me vio. En el mercado al que fuimos a que yo conociera los jumiles que jamás vi estuvimos a punto de ser descalabrados después del grito de: 'Aguas, güeros, ahí va el golpe.' Hartos de caminar y de folcklores, nos fuimos a arranar a un bar donde nos quedamos hasta que oscureció. De ahí nos fuimos a cenar y mi proyecto nocturno consistía en ir al Paradise at night, in Acatlipa's downtown. El Mar se me andaba muriendo. Total, iba a verlo a él, no al fino cubil del Paradise y con caguamas, lecturas autobiográficas que no son mías pero que hablan de mí, lagrimones ocasionales y certezas, yo fui/soy feliz. El domingo por la mañana mi anfitrión iba de mal en peor en cuanto a su enfermedad, yo sintiéndome chinche sin saber qué administrarle. No pensaba tirarlo a la basura -él exigía eso o cianuro- y pese a mis negaciones seguía aferrado a su papel de guía turísitico. Esta vez , como no podíamos ir muy lejos amietras existiera el riesgo latente de que el Mar se desmayara a la menor provocación, el recorrido fue por Temixco / Timbuktú. Fuimos al CIE (Centro de Investigaciones de Energía o algo así) donde el chambea-estudia-hace su tesis-alburea y es albureado- se hace pendejo-juega Runescape-socializa. Insisto, fue ponerle 3D a escenarios que ya me sabía de memoria (el Mar, desconcertado pensando en Google Earth o mi espeluznante memoria, me dijo: '¿¡Qué!? ¿¡Acaso estudiaste todo antes de venir!?'). Se acababa la tarde, yo pude haberme comportado punk y decidir regresarme hasta el día siguiente e ir directo a clases. Sin embargo, ya estoy grandecita como pa' andar de punk y decidí hacer las cosas decentemente.




El lapso horrible que precede a alas despedidas nos agarró en el caminito hacia su casa, entre sembradíos de flores, mientars nos escoltaba un mariposón despistado -me refiero a un insecto de gran tamaño, yo no le diría así a ninguna persona-. Sí , estaba triste ¿y qué chingados? Me trepo a la misma líne a de autobuses en los que llegué. Después de un rato de que me ganara la tiricia*, pensé que no me despedía por mucho tiempo de la tierra del Mago de Oz, pues sólo tengo que chocar tres veces mis zapatitos rojos (caracterizados en esta escena por la línea roja de los autobuses Pullman -siempre presentes en los mejores momentos-) y decir ders nou pleis laic mai pleis tres veces y en tres patadas vuelvo (manque sea por cuatro noches, si es que entienden mi tristeza). Al regreso no vi la película, pero cometí una nacada similar -cuando veía de lejos el mounstro de puntitos luminosos de chilangolandia- al cantar bajito: '...las luces de la ciudad me están deslumbrando, tú no estás y yo me enamoro de vez en cuando...' El caso es que llego, espero horas el autobús correcto y se acaba el viaje del venadito, pero no su faceta de Dorothy siete mares.




Inconvenientes: Quemé y derretí la resistencia para calentar agua, me quedé con ganas de escuchar el 7 mares, que siempre sonó en mi cabeza y me atacó un insecto -cuyo paradero y condición desconozco, pues se escondió en el anonimato- dejándome 6 heridas gigantescas. Qué le va uno a hacer.




*Tiricia: Dícese de tristeza crónica, en sinaloense. El verbo es atiriciar.

9.04.2007

No te la puedo dar, no te la puedo dar, que te puedes quemar, que es como la candela (tirirí).

Ah, cómo traigo pegue. Debo anteceder que esta aseveración no la aventé al aire (o a la red) nomás por nomás, sino en base a la impresión que las reacciones ajenas me provocan -y eso que soy retedespistada pa' darme cuenta de las cosas-. El punto es que la afirmación en torno al pegue que traigo, he traído o pueda traer, no deriva de una pedantería o soberbia exacerbada, sino de las inverosímiles demostraciones que he padecido.

Por otra parte, antes de empezar las narraciones competentes, hay que formular unas cuantas aclaraciones: como pendeja no soy (bueno, por lo menos no muchísimo) tengo la plena conciencia de que en Lost Mochis no trasciendo y que en Guanatos más o menos. Si ahora estoy en un sitio en el que el promedio de estatura es menor que el mío y el promedio de peso bastante mayor, creo que eso me da ciertos puntos de ventaja; no sobre los demás, sino sobre mi persona en otros lugares. Yo sigo perpleja no porque peque de modesta (que todos sabemos que no lo soy) sino ante el asombro del rating que me da decir 'soy de Sinaloa'. Ni más ni menos que la bonita noveda. Creo que el plus me lo da la reminiscencia general de las tortillas de harina, el sonidero tronidero del chilorio en comal y los burritos de mashaca. Todo chilango -como buen chilango que se precie, sobreestima los mariscos, el chilorio y la cerveza Pacífico, pero jamás cambiará su torta de tamal -y a mí no me gusta el huitlacoche-. Ni modo, la vida es así.

Se me aprecia por ser especímen distinto y norteño; y a la vez se me subestima por ser exactamente lo mismo. La referencia de 'donde empieza la carne se acaba la cultura' me causa ternurita y desconcierto, pero el alivio de que al acotar la carne no se refieren a la de mi persona. Por otra parte, Andresito -después de varias cervezas- me dijo sin reproche: 'Ustedes las del norte creen que pueden venir a desquiciar a cuanto chilango les pase por enfrente, nomás por güeras, broncas, guapas, sinceras y norteñotas.' Puso de ejemplo a Julieta Venegas y a Ely Guerra, por lo tanto no es mi caso. Si supiera que no soy güera; que en vez de bronca sólo soy parrandera, borracha y pendenciera; que en lo guapa me ayuda su subjetividad; que en vez de sincera salí más deslenguada que un perico de arrabal y que de norteña tengo nomás el acta de nacimiento, su mito aridoamericano desde su postura centralista se nos iba al puritito carajo.

Pero bueno, creo que me he alejado del tema que nos compete (ultimadamente, que me compete a mí, a ustedes nomás por morbosos)...

a) De los que sí.

Las representaciones en torno a mi pegue son de lo más sui géneris, que oscilan entre los tiangueros que ya mencioné, los chotas que me dejan subirme al metro sin pagar, los del puesto de frutas por el que tengo que pasar todas las mañanas y los sempiternos de las obras en construcción y/o talleres mecánicos. Hubo un señor ya mayor que por irme viendo golpeó su auto con la banqueta -me dio risa, halago y pena-. O el conductor de la combi que le prohibió un asiento preferencial a dos señoras y me lo dio a mí -me bajé de dicha combi gritando improperios y azotando la puerta-. Todos ellos alimentan la autoestima que no tengo y a su forma se agradece (menos, claro está, el de la combi).

b) De los que no.

Estas manifestaciones son más densas, pues se trata de la categoría en la que me agüita no gustar. No porque lo trate, sino porque ya existe un rechazo a priori hacia mi persona, en cualquiera de mis facetas. Como el chico zapatista al que le compro mi café todos los días antes de clase. Llega el Venadito toda jacarandosa, recién bañada, con la mascada y el cabello al viento. Le doy los buenos días y le regalo mi mejor sonrisa, la primera de la mañana. Él me ve con hueva. No claudico. Me da el café sin verme y yo le sonrío de nuevo y le digo: '¿me darías canela, por favor?' Me ve con más hueva. Entiendo que la revolución -la de él- le tiene sorbida la atención; pero me saca mi primera sonrisa y mi primer chingadamadre del día. Existe otro chico de mi clase del que me gustan sus tatuajes, pero le da miedo hablarme. O aquél que me encuentro a veces por los pasillos: de inmediato meto la panza, saco las nalgas, camino derecha con el tumbao que tienen las guapas al caminar. Acto seguido, me caigo, me tropiezo o alguien choca conmigo. El tipo no me ha visto más que en desfiguro. Ni modo. Qué le hacemos.

Diría el Mar: 'Qué pinche necesidad.'

En alguna ocasión mi artista favorito, Armando Ortuño, me dijo: '¿Qué tienes en la cabeza si crees que vas a encontrar el amor en el Caudillos?' -conocido y connotado bar gay de Guanatos-. No planeo encontrar el amor en chilangolandia, ni mucho menos. Pero pa' lo susceptible que ando, cada chiflido es un triunfo y cada rechazo involuntario de raza que ni me conoce se siente retegacho. Ah, cómo quiere que la quieran la pinche Venadito.

*Epílogo 1: Helicóptero y yo caminábamos hace tiempo por la calle de mi otrora casa y se me acerca un perrito bien simpático. Yo me entusiasmo y me pongo en cuclillas para saludarlo. El perrito de inmediato sale corriendo y llora. Helicóptero me dijo: 'Así son los weyes frente a tí.'

**Epílogo 2: Este post ya lo venía maquinando, pero hoy me decidí a redactarlo. De qué me orilló a hacerlo, ni pregunten, sólo diré que después de tomar la decisión iba caminando mientras escuchaba un sountrack impresionante: el Buki y Emmanuel. Chíngale.

8.28.2007

Me ganó la emoción.



De weekend en Toluca ¿Como pa' qué? Ni pinche idea. A donde me invitan voy. Evidentemente, si me invitan a Groenlandia, no me voy a ir a Groenlandia; pero de quedarme aquí extrañando al familió sinaloense y llorando por mariscos, mejor hago cualquier otra cosa. Y ahí va el Venadito, cruda y todo de Copilco a Centro Médico, de Centro Médico a Tacubaya, de Tacubaya a Observatorio; fingiendo que no se pierde pero sí que se perdió -en Tacubaya anduve como babosa caminando en círculos, me hice la occisa y mejor pregunté a un intendente-. Al llegar a la terminal, me subo al autobús que me indican y me arreplano pensando que ni estaba indispuesta ni mareada, haciendo un esfuerzo ingente por no vomitar. No me pude dormir y ahí voy con la nariz en el vidrio tratando de hacer llevadero un trayecto inexacto. En la Marquesa vi una estatuota demencial que expresaba a un cocinero (con gorrito de chef y todo) sosteniendo en una mano un pescadón -asumí que sería una trucha, en base a los letreros- y en la otra algo que no me quedó claro si era conejo, perro o hurón. La raza tiene la misma duda con respecto a mi tatuaje, así que me quedé horrorizada el mínimo tiempo necesario y me puse a desvariar en otras cosas.



Al entrar a la ciudad y empezar a cometer estupideces que por desconocimiento de causas no trascendieron -como el hecho de bajarme del autobús 5 km. después del restaurante al que tenía que llegar, posterior a haber pasado a media cuadra del mismo-. Llegué al evento familiar, y por favor, olviden una descripción del dueto Pimpinela con referencia al evento. No me recibieron con la tambora, ni con mariachi, ni con coro de niños (reitero: favor de no relacionar el evento familiar con ninguna canción de Pimpinela). Somos y componemos una singular, antisolemne y variopinta familia. Todos hemos desarrollado la ya de por sí capacidad genética de sostener seis conversaciones simultáneas, juzgar al prójimo sin ningún criterio ni autoridad, comer durante horas y horas; todo eso mientras sistemáticamente notas que pese a la diversida' (sic) se comparten tics nerviosos y manías -excepto la de un primo político que no se por qué incuestionable motivo se empeña en usar sempiternamente calcetienes rojos. Me da pánico-. Reventéme como siete cuartitos de Pacífico en minutos, a lo que posteriormente volvió mi escasa tendencia a la mesura, antes de que el tópico de la conversación fuera mi dipsomanía.





Cuando la raza empieza a hablar del clima se acaban las conversaciones, así que obedientemente y toda sonrisas dejé que se me condujera a la casa en donde me iba a hospedar. Ya estando ahí me puse a averiguar si habría alguna inofensiva actividad en la cual no me sintiera que estaba valiendo puritita madre. Atendí conversaciones (sin participar), leí (sin fumar), deambulé (sin socializar). En suma: nomás me hice pendeja. A una hora más o menos temprana de la noche, cuando descubrí que las páginas de lo que leía hacían ruido y mi respiración también, me fui a dormir para hacer un escándalo diferente. Tengo la teoría de que cuando uno está en casa ajena trata de enrolarse a las actividades de donde se es huésped. Así que me dispuse a desayunar en familia y al apersonarme en el comedor mientras sostenía mi tacita de café disimulando mi característico mal humor mañanero, empiezan el argüende. la conversación gira en torno a mis hábitos nocturnos: Que ronco. Que rechino los dientes. Que hablo. Que respiro chistoso. Que válgame la chingada -pensé yo, nunca lo dije-. La plática cambió sobre nosequé, una tía política -con ojos de Pato Purific (empiezo a crear un subconjunto de señoras con esa característica)- se empeñaba en evidenciar que es un ser inquisitorial (tanto ideológica como cronológicamente). Los anfitriones mediaban y el Venadito convertido en Sor Georginácea Escolástica, Virgen de la Soledad y de los Remedios -pues aquí los milagros no me servían más que pa' pura chingada-; sonriendo dulcemente y entornando los ojitos en un silencio que era lo más parecido a la corrección. Creo que mi tic nervioso en el párpadio derecho fue imperceptible.





Después de una serie de eventos que sacaron a flote la estima que le tengo a mis primachos, la socialité de mi sobrino y la insuperable capacidad de adaptación de todos menos de mí, decidí que si quería familia, pues ahí la tenía pa' saciarme. La actividad posterior fue recorrer Metepec buscando queso de puerco en tompiate. Con esto haré las debidas aclaraciones: ¿a quién chingados le gusta el queso de puerco? Ni a mí, aún con lo atascada que puedo ser; cuantimenos después de saber su proceso. Después de recorrer cada carnicería de Metepec, buscando el representativo y nutricional souvenir, entregan una madre enorme a la que yo confundí con la tabla de picar del carnicero, envuelta en un petate, el petate envuelto en papel y el papel envuelto en plástico. El queso de puerco en todo su esplendor, no lo probé ni por estudio antropológico.



Por la noche, mi sobrino tenía un bonito y juvenil evento, auspiciado por un pariente de Slim (qué pequeño es el mundo, chingao). Le agradecí que no insistiera en requerir mi presencia -me imagino que la sensatez que lo caracteriza (a mi sobrino, no al Slimpariente) le advirtió mi enorme propensión al desfiguro-. Minutos más tarde, ocurre la llamada salvadora: mi mellizo, la güerita perversa, los bucles más lindos que los míos, cófrade de borracheras y desvaríos, ni más ni menos que Luque me invita a una peda en honor a su hermanita. Tras minutos de un semi arreglo, siguieron casi tres cuartos de hora de trámite: que si quién es, que si de quién es hijo, que si dónde es, que si me llevan, que cómo que me quiero ir en taxi, que si mejor en radiotaxi, que si me pierdo, que si me mojo si llueve, que si a qué horas, que si conozco el sitio, que si no. Después de haber cubierto los trámites básicos (mostrar títulos nobiliarios del amigo en cuestión, dejar números de teléfono correspondientes, con el anexo al número de la extensión telefónica del Procurador, hacer un semi strip-tease para mostrar que iba lo suficientemente abrigada), me encamino al evento esperando ponerme soberanamente borracha antes del toque de queda respectivo.



Cuando llego, la reunión era lo que me esperaba: pisto en cantidades obscenas, dieciochoañeros poniéndose hasta la madre, niñas bailando reggaetón arriba de las mesas. Creo que yo era la de mayor edad. Total, me dio gusto ver a Luque y traté de portarme como un ser sociable. Mi mayor desacato fue tirar con el bolso un envase accidentalmente, pero pasó desapercibido en medio de las tropelías ajenas. A las dos horas media fiesta ya había vomitado. Cambié mi dinámica de tratar de platicar por la de cuidar borrachos. En medio de tanto desgarriate, alguien se acomidió a llevarme a la casa de mi parentela (no sin que antes el acomedido conductor vomitara largamente). A la mañana siguiente, desayuno cruda, me despido de mi parentela y me regreso al Chilango.
Lo que es no tener nada que hacer.
Es pertinente agradecer a quienes amablemente me recibieron, a mi primacho que me compartió fórmulas y el escuchar a Sabina en silencio, a mi sobrino camaleónico, a mi capricorniana, venerable y polémica tía favorita, a Luque por confiar en que no iba a asesinar a nadie y por empeñarse en hacerme creer que no lo quiero; y a Isra, el único de los mencionados que va a leer esto, por ser mi lector cautivo y convencerme de que este bendito vicio de contar mis pendejadas tiene algún sentido. A ustedes también, nunca bien ponderados lectores casuales.

8.15.2007

¿Que no trae pa' sus tunas, mija? Arrímese, que aquí le damos.


a) La Marchanta

Me encantan los tianguis. Casi de la misma forma que me podría gustar la contemplación de lo sublime, pero de una manera más extasiante. Claro está que con sus asegunes, pues me desquician la aglomeraciones y me engento con facilidad. Desdenantes me gustaban, pero ahora en mis andanzas / extravíos por la pintoresca colonia de Santo Domingo -atrasito de mi nueva casa- el folckore no se limita ( y pa' que yo lo diga está cabrón, ya sus mercedes opinarán).

No hay nada que se compare a caminar al ritmo de la cumbia en boga, de canasta y con rebozo de bolita, tragando lo que se me atraviese. Estoy segura de que los tiangueros, avalados por años de ancestral sabiduría, saben que me desagrada que me digan 'güerita.' Ahi yo sabré si soy o no soy güerita, o asegún comparada con qué, o que si no soy güerita y soy pelirroja, o que si soy pelirroja es a huevo, sobre eso no voy a discutir. Lo importante es que los tiangueros no se conforman con el ordinario y pedestre epíteto de 'güerita' (y con esto no niego que lo usen) sino que lo aderezan con un sinfín de exquiciteces con las que cualquier estudioso de la lengua se quedaba pendejo: "Pechuga, piernita, acá se la desmenuzo, llévesela sin hueso." "A 1o el kilo de melones, reina, se los pesamos, uh no, se me hace que nomás las naranjitas." "Mole poblano, mole oaxaqueño, madre, lleve del negro, pa que lo bata."

¿Se le podrá pedir algo más a la vida? Pues un chingo de cosas, pero con esta sabrosura ya ni me da pena sonrojarme y hasta muevo la caderita al caminar. No cabe duda, como dijo mi compa Beuchot: el mexicano es el animal herméutico. En cuanto acabe el doctorado, pido el Honoris Causa pa' los tiangueros.

b) La Reina del Metro

Estoy segurísima de que José Agustín se me va a infartar cuando se entere de que le ando pirateando su frase. Pero como dudo mucho que ustedes, mis amados lectores, se carteen o se vayan a pistear con él; pues ni sudo ni me abochorno.

No sé si me gusta el metro. Me parece vertiginoso, complicado, repleto y apesadumbrado. A ratitos me divierte, pero en términos cotidianos me siento insegura y llena de dudas. Dudas como ¿Por qué chingados existen estaciones con nombres como 'Eugenia', 'Camarones', 'Chabacano', 'Bondojito'? ¿Qué chingados es 'Bondojito'? ¿Qué se sentirá decir 'Te veo en la estación Bondojito'? Tengo la certeza de que existen kilos de crónicas que avalan dicho nombre, y que cualquiera de mis asesores de posgrado me retiraría del gremio si se entera que desprestigio esta parte histórica del H. Sistema de Transporte Colectivo -Red del Metro-. Pero a mí me parece incomprensible.

Por otra parte, mi inseguridad consiste en sentir que me van a apachurrar, asaltar, o vender algo que no quiera -me parece más grave que el hecho de adquirir algo que no me sirva-. Entonces, el venadito se transmuta en Loba de Mar, Pez de Ciudad (nunca en insecto urbano o ratita subterránea); y pone actitud de que no se pierde, que no llora y que sus botas son de casquillo. Lo único verdadero es lo de las botas, y no le anque que me sienta igual que cuando era chiquita y me le extraviava a mi amá en el súper. Hay cosas que se contagian y enel metro casi todo. La raza va con prisa, triste, encabronada o estrasada. Y pa' no ponerme a chillar, pienso en mi fabuloso proyecto de mandar a instalar puestos de garnachas y quesadillas en los andenes.



8.14.2007

Por que hablo como idiota.

Ando imparable. Llevo dos días oficiales como estudiante de la maestría y ya no hay quien me aguante. He llegado a varias consideraciones a lo largo de todo este tiempo, pero tengo poco tiempo y a fin de cuentas a la fanaticada ni le importa.

Una de las principales conclusiones a las que llegué el día de ayer es que todos los primeros días de clase en una nueva escuela se sienten igual o peor. A la mera uno ya no trae lonchera, ni un chingo de libritos de texto recién forrados, cuantimenos uniforme (bueno, eso lo pongo en entredicho); sin embargo, se sigue sintiendo de la chingada. Ahi va el Venadito sola por pasillos atestados, tratando de conservar el porte. Creo que un tipo me mostró el chicle que estaba masticando y casi me pongo a llorar. Me distraje pensando en la posibilidad de que todos los que nos sentíamos igual nos pusiéramos a llorar en ese momento. Después consideré que probablemente yo era la única que se sentía chinche, rebaba de madera, colilla olvidada, cucharita de café desechable sin taza y sin café. Ni modo. No le anque que conque manque, anque anque conque. Espero afuera de mi salón tratando de verme como mujer de mundo sin lograrlo. Al momento de comenzar la clase, la profesora decide establecer la bonita dinámica en la que todos nos presentamos. No me chinguen. Les digo, se siente todo exactamente igual que en primero de primaria. Al hacer mi terrible intervención mientras hablaba de mí poquito y las manos me sudaban a chorros, menciono mi otrora instucción filosófica. No tengo ni la más pinche idea de qué tan sobrevaluada está la carrera de Filosofía en el mundo, en la Unam o en la Lagunilla, pero la profesora comienza a ponderar la presencia de una filósofa (su servilleta) en el grupo, y lo importante que sería mi participación. En ese momento yo pasaba a ser una servilleta hecha bolita que no le atinó al cesto de basura.

Yo sé que no me la creen. Una cosa es que me guste lucirme y otra cosa es que me me guste exponerme. No es lo mismo ni es igual. Total, cuando empezó a caer la tarde tuve una muy bonita recepción entre un frío del carajito, botellas de vino tinto, risas, viejos y nuevos compas, promesas de gas pimienta, y mis labios morados por el tinto de La Furia. Las nubes sobre mi cabeza junto con la certeza de que la soledad a veces se queda lejos, y que otras le da por estar jodiendo.

Hoy por la mañana fui reprendida frente a todo el grupo por llegar tarde, la profesora con ojos de color Pato purific me reprochaba el que yo tuviera un café y yo volvía a sentirme microbio. Ya me está cansando esto de ser el centro de atención pa' pura chingadera. Total, hoy hubo una serie de encuentros chingones y otros chingativos. Con esto descubro que la ciudad de la esperanza se empieza a convertir en la ciudad de lo inesperado.

8.04.2007

No tiene talento, pero echa pa'lante (ya no vengan para acá).


Quien me viera y antes y hablo. Para todos aquellos que no saben, que no se enteraron, que no les interesa, que no ven Ventaneando ni leen TV notas, los pondré al tanto de mi vida.

Resulta que me fui aceptada en la maestría en la Unam, que pasé con 100 mi examen de tesis (quien guste puede llamarme Srita. Cien, Helicóptero lo hace) y me encuentro viviendo en el chilango. Sobre las maneras en torno a cómo consegui todo eso, no voy a ahondar en lo absoluto; entraríamos en lo engorroso y sólo puntualizaré lo indispensable.

Llevo acá más o menos una semana, ya me mojé en la lluvia, ya me equivoqué en los andenes del metro, ya estuve a punto de ser apachurrada por el tren ligero hacia Taxqueña, ya estuve a punto de chocar en la calzada de Tlalpan, ya me engenté, ya tengo un depita, ya tengo materias, y ya bailé salsa, cumbia y merengue con un chilango riguroso.

El motivo de este post surgió ayer en un bar clandestino de Copilco, entre caguamas de litro y medio de Victoria y escuchando a la Maldita. Aparte, hay que mantener al tanto a la banda, no hay que ser (cita al margen de un fabuloso taxista).

Me temo que, con la pena, me achilangaré. No en un sentido estricto de centralismo y mamonería. Por el contrario, me dedicaré a realizar las más absurdas e inusitadas actividades. A saber, me retacaré en Atzcapotzalco a escuchar algún concierto de punk interpretado por Vómito Nuclear o alguna babosada así, que huelan a piedra y a resistol. Iré a los partidos de los Pumas, enfundada en una playerita del equipo, estilo Chiquitibúm; con shortcitos a media nalga y pintura azul y oro en la cara. Me reventaré todas las pulquerías que queden en Coyoacán. Seré clienta asidua de Don Salud, esa cantinita clandestina que tiene letreros ontológicos que hablan acerca de qué es ese sitio y qué no es. Bueno, esas son las actividades extracurriculares, pero infaltables.
Hay ratos en los que lloro en los pasillos del metro. Hay otros en los que me subo a la combi y todo el trayecto escucho salsa. No me han matado, no me han violado, no he asesinado, pero no se angustien, seguiremos informando. Cuando acaba el día, y fumo en la terraza viendo al cielo, y me pongo a extrañar a todos y a todo; veo la ciudad, me doy el lujo de sentirme triste por un momento y descubro que vale la alegría. Eso y las garnachas. Siempre, lo que queda, es postularse como regarnachera.

7.14.2007

Sabiendo quién era yo (o contra todo pronóstico).

mpa
Después de un tiempo de no postear, a partir del cual estoy segurísima de que la fanaticada derramó sendos lagrimones por mi ausencia; héme aquí una vez más.
El motivo de este humilde post -en este su humilde blog-, surge a partir de una estupidez que le enviaron a mi Pariente, quien a su vez me la envió a mí (no tengo ni la menor idea de cómo, pues nunca la recibí, pero en su Absurdo Semanario aparece que yo soy receptora y acreedora de lo que se explicará a continuación).
Como no tengo ni la menor idea de si hay una dinámica establecida, o alguna regularización en lo que debo de hacer, generalmente me lleno de dudas pensando si hice lo correcto. Esto no me mortifica, quienes se lo tienen que reventar son ustedes, mis amados lectores. La mayoría de mis acciones están determinadas por mi subjetiva comprensión y tengo una marcada tendencia
al desorden. Total, a lo que me truje.
A continuación desglosaré 8 cosas de mí que:
a) Ya saben.
b) No saben.
c) Causarán controversia.
d) Les importarán una puritita chingada.
e) No leerán.
f) Todas las anteriores.
g) Ninguna de las anteriores.
1.- Amanecí otra vez: Aborrezco las mañanas. Podría contar las veces que he despertado de buen humor. Sea la hora que sea, sea el día que sea; despertar para mí es una situación traumática. Pa' empezar, necesito aproximadamente diez minutos para ubicarme en un plano espacio - temporal, cualesquiera que este sea. Posterior a eso, tengo que tomarme mi tiempo para determinar en qué ciudad estoy, en qué lugar de dicha ciudad, por qué desperté y qué tengo que hacer. Pa' seguirle, hacer un inventario de las partes de mi cuerpo. Todo lo anterior no implica que vivo en la zozobra constante -malita me viera si así fuese, creo que la situación sería peor-; simplemente no tiene una explicación objetiva. Tengo una enorme tendencia a soltar una serie de procacidades si soy despertada. El mundo está plagado de entes incomprensibles que despiertan con una sonrisa, deseándole felicidad al mundo. Para estos seres, tengo un impresionante lanzamiento de chancla con la zurda y balbuceos incomprensibles pero con intenciones terribles.
2.- Niña hechicera, échame tu cabellera: Ahi con la pena: no soy pelirroja. Lo impactante no es esta aseveración, sino que haya personas que crean que sí. Yo baboseo por el mundo con la ceja pintada a la mitad, las raíces negras de cinco centímetros asomando de mi cráneo, tonalidades de greña que van desde rojo frenesí hasta anaranjado tirándole a güerito; y cuando se me ocurre soltar un ingenuo comentario en torno a mi cabello sin teñir o a mis aplicaciones de tinte, a alguien se le llenan los ojos de lágrimas, -al mismo tiempo cae en cuenta de que Francis es hombre, que Chabelo fuma y que al perrito que tuvo cuando niño no se lo llevaron a una granja-. Con esto no estoy etiquetando de ingenuos a quienes lo han creído, que no, que no. Lo que me parece sorprendente de esta situación es el hecho de que sin saberlo, descubro que tengo una excepcional capacidad mimética; con respecto a cuestiones bastante forzadas.
3.- Luciendo los tatuajes de un pasado bucanero: En mi mocedad, quería rayonearme todo el cuerpo. Para legitimarme necesitaba bastante tinta en el cuerpo, sentirme como barda sin vigilancia grafiteada, cualquier cosa que me hiciera sentir un poco más galería de arte contemporáneo y un poco menos yo. El tiempo pasa, sigo sin legitimarme del todo y buscando sentirme un poco más cualquier cosa y un poco menos Venadito. Pero pasó el furor de querer que mi piel fuera reciclada como pantalla de lámpara estampada. Tengo dos tatuajes: uno en la panza y otro en la espalda. Me gustan mucho y a veces no me gusta que se vean. Pocas veces doy explicaciones en torno a ellos. Quiero ponerme un tercero, y ya.
4.- ¿Por qué no fui sirvienta de un burdel?: Me gusta trapear. Muchísimo. No compulsivamente, ni por obligación, ni en situaciones específicas. A veces lo hago cuando me estreso. Lo importante aquí es que es algo que disfruto enormemente. Si llueven comentarios -como si fueran tantísimos- del estilo: vente a trapear mi casa, tu depa nunca está en orden, o detallitos así, chinguen todos a su madre. Ni me nace, ni lo busco, ni nada por el estilo. Ni siquiera me gusta lavar el trapeador. Pero es fenomenal pararme en la sala, con las piernitas en compás para no salpicarme, levantar el trapeador tres veces y escuchar el chopchopchop, quitarme las sandalias, dar tres pasos de baile -a según de lo que esté escuchando- darle una vuelta al trapeador como molinillo, verlo como rehilete, que quede en el piso como pulpito aplastado, y venga de ahí Izquierda, derecha, arriba, de frente, arriba, vuelta. Regresar, volverlo a enjuagar y resbalarme en el mosaico humedito. Pero me desesperan los cabellos que quedan como culebritas sin sentido embarrados en el piso. Ah, y sólo doy dos trapeadas.
5.- A chillidos de marrano: Cuando alguien me pregunta: ¿qué música te gusta? ¿qué te gusta leer? o cualquiera de sus variantes, inmediatamente me bloqueo. No por mala intención, ni por artisteada. Sólo me bloqueo y no sé qué chingados responder. Entiendo a la perfección que esas preguntas no necesariamente se hacen con mala intención - a veces sí- pero me exaspero. En ocasiones contesto, en otras me hago wey, o salgo por la tangente -pinche lugar común- respondiendo con algún adjetivo estúpido como: soy ecléctica. Uno de mis propósitos es preguntarle a quien lanza dicha clase de preguntas pendejas es: ¿qué piensas cuando formulas esa pregunta? Los mantendré al tanto si ocurre algún día.
6.- Si tu boquita fuera: Jamás en la vida he tenido un fuego labial, o herpes bucal, o como se le llame. Claro está que tampoco lo he propiciado. Sin embargo, tengo la teoría de que si tuviera alguna propensión, ya lo hubiese tenido. Cuando veo alguna persona que lo padece -pues no ando por el mundo haciendo encuestas en torno a si ya lo han padecido- no le digo nada para no herir susceptibilidades ajenas, pero me pregunto qué se sentirá, o si dolerá, o si no se puede evitar. También me dan ñáñaras.
7.- Cumbia metalera: Por alguna razón que desconozco, tengo un pegue impresionante con metaleros y darkies (no darketos, darkies para que se oiga cute). No niego que han existido algunos en mi haber, pero de un tiempo para acá me lo cuestiono y no lo entiendo. Si llego a algún sitio donde proliferen estos seres que se ríen al revés, que se maquillan más que yo, que invierten más tiempo que Paris Hilton en coordinar su vestuario y que son malos como el que más; inmediatamente se me acercará alguno a declamarme algún poema de Baudelaire, a recitarme algún párrafo de Edgar Allan Poe, y a demostrarme todo lo profundo, depresivo y malo que es. No los critico, los compas son compas y los que no, pues no. Pero la Venadito, más naca que una caguama en bolsita, sólo requiere de pocos minutos o unos cuantos días: para descubrir que el ente malísimo en cuestión está triste porque sólo requiere un abrazo, para que le confiesen que duermen con un tigger de peluche, para que de un momento a otro canten canciones de Fey como secundariana o que el sueño en la vida del darkie y/o metalero en cuestión era ser coreógrafo. Y todo lo anterior no se consigue mediante una estrategia estructurada, sino a puras imprudencias de mi parte. La vida es bien rara.
8.- Al primero le pones pato, al segundo le pones peto: Nunca he entendido el motivo, pero necesito nombrar a las cosas que me rodean. No implica que vaya por el mundo poniendo post-its amarillas a los objetos (lo he hecho, pero ese no es el punto), pero para mí es menester que determinados adminículos tengan un nombre más allá del que Dios les dio. Aparte de mascotas, alguna ropa, bisutería, muebles, plantas, he llegado al extremo de hacerlo con lo más cotidiano. No me quiebro la cabeza, algunos nombres son muy simplistas (un trinche de cocina sólo es 'el coqueto'). Creo que esto todo mundo lo hace -inconscientemente- y lo mío va más allá que un mero ejercicio de nemotectnia, no sé qué tanto porcentaje poblacional lo vea como situación fundamental para su vida. Pero aunque sepa que mi collar azul es el único azul que tengo, para mí siempre será Escorbuto. Muchas veces me da pena cuando me refiero a las cosas por el nombre que yo les pongo y no por el que tienen.
Pariente, ya cumplí. Creo que fui la única.

3.28.2007

De letreros en baños y panfletos idiotas


Ayer me encontraba aburrida en la clase de latín. Al faltar veinte minutos para salir, yo ya estaba hasta la madre entre dos viejitos. Decidí matar el tiempo yendo al baño -esta narración no tomará tintes escatológicos ni mucho menos, me caracterizo porque tengo clase-. Cuando entro al segundo gabinete del baño, me topo con un letrero, escrito con marcador rojo, pésima letra y faltas de ortografía, que a la letra decía: 'No a las cuotas dela udege'. Estaba escrito tres veces consecutivas con la misma letra y el mismo marcador rojo. Yo no entendí varias cosas. Siempre ha habido cuotas en U de G. Tal vez la persona que con empeño escribió dicha barbaridad se refería al alza de cuotas. Pero más allá de los errores sintácticos y ortográficos, hay uno aún mayor ¿a quién chingados se le ocurre violentar con letreros patéticos el sagrado recinto de las verdades absolutas, confesiones amorosas, declaración de perversiones, directorio de citas anónimas, poemario del absurdo; con panfletos fuera de lugar? Estaremos de acuerdo que la división de estudios históricos y humanos tiene lugares de sobra para expresar opiniones políticas. Toman auditorios para transmitir sistemáticamente videos izquierdistas, donde lo único que aparece en la pantalla son machetes y pasamontañas, sin ningún contenido práctico. Empapelan muros con consignas sociales, ante las que todo mundo está de acuerdo pero pierden sesiones completas organizándose. Preparan y dramatizan marchas y performances políticos. Yo no me quejo de ello, mis convicciones están ahí y en proceso. Sin embargo, desconfío del modo. Y estaremos de acuerdo en que si existe un foro abierto constante para la expresión de ideas políticas, no se tiene por qué andar haciendo uso de espacios que considero exclusivos para otras cuestiones. No estamos en la huelga de Spicer, ni de Euzkadi, ni mucho menos, para andar denotando inconformidades políticas en los baños. Los muros de los baños son exclusivos para desesperados, para frases lapidarias, para transgresores morales. Pero qué puedo hacer, yo na' más soy un pobre venadito. Iré con un marcador verde a transcribir esto en la puerta del baño, y con un poema de Bukowski abajo. Respeten, no hay que ser.

3.26.2007

Quando o vento a leva ao baile. Baile no baile com o mar.

Quiero hacer el soundtrack de mi vida. Sin embargo, necesito sugerencias. Por lo pronto, sé con cuál va a empezar - en este caso, será No Rain de Blind Melon, quéjese quien se queje-. Aún no decido con cuál va a terminar. Ahora sí, la Venadita pide ayuda. Cualquier propuesta se aceptará sí y sólo sí sea justificada y argumentada.

Por su atención, gracias.

3.22.2007

Sale, sobres, sandwich, órale, ya está, ok, se hizo la mashaca.



Ya se hizo la mashaca. No estuvo tan peor como grupo de ayuda a pacientes de cáncer testicular, no me dejan fumar ni dan café; entra un perro a recibirme y tomar asistencia (literal, lo juro, se me hace que hasta me abrió por el interfón). Sin embargo, después de esta situación en la que prácticamente quedé en calzones ante 5 extraños, después de dos horas de negarme sistemáticamente a hablar con almohadas y romper directorios telefónicos; me siento con la fuerza suficiente como para empezar a caminar sin miedo de que me caiga un yunque en la cabeza a la menor provocación. Esto no es la clave del éxito ni mucho menos, pendeja estaría si así lo creyera. Sin embargo, siento que algo ya está pasando. O que de perdis, ya estoy haciendo algo. Pero por algún motivo, cuando venía para acá, me encontré en la banqueta a un pájaro muerto.

3.21.2007

Corazón en cinta canela.



Ya no voy a hablar. Siento el corazón enredado en cinta canela. Yo sé que a la fanaticada esto no le interesa pero faltan 11 horas con 15 minutos para que yo me dirija a exponer públicamente mis aberraciones. Y verdad de dios que me está cargando la chingada de nervios. Hubo una serie de sugerencias de que fuera a grupos de ayuda a personas a las que les extirparon el páncreas, o que sufren de alzheimer. Cualquier cosa que me haga sentir un poco más Marla Singer y un poco menos yo. Ya estoy considerando seriamente ir al recorrido de Talpa o a la romería; pero pa' caminatas mejor de aquí al centro, y pa' folcklore tengo mi vida. La cita está hecha, las cartas están dadas, y como no me sé rajar, mejor apechugo. Pero ahorita ya no hallo dónde meterme. Tengo que dar clases en un rato más y hacer lo posible por no llegar con cara de pargo enhielado. pese a todo, seguiremos informando. Y este exponerme aquí es el ensayo previo a exponerme en el matadero. Este pobre Venadito que habita en la serranía está cambiando su status a venado lampareado.

3.20.2007

Dulce compañía.


Si ojos tienen, que no me vean

Si manos tienen, que no me agarren

Si pies tienen, que no me alcancen

Si corazón tienen, que no me sientan

No permitas que me sorprendan por la espalda.

No permitas que mi muerte sea violenta

No permitas que mi sangre se derrame

Tú que todo lo conoces

Que sabes mis pecados

Pero también sabes de mi fé

No me desampares

Ya estoy de remate. Ya no sé que hacer. Este es el aviso de que a partir del jueves entro a terapia. Ya no puedo conmigo. Este sitio no estará cerrado por derribo, pero yo sí. Si la terapia no resulta, solicito que me lleven al zoológico para escoger un ejemplar de vida alternativa.