8.04.2007

No tiene talento, pero echa pa'lante (ya no vengan para acá).


Quien me viera y antes y hablo. Para todos aquellos que no saben, que no se enteraron, que no les interesa, que no ven Ventaneando ni leen TV notas, los pondré al tanto de mi vida.

Resulta que me fui aceptada en la maestría en la Unam, que pasé con 100 mi examen de tesis (quien guste puede llamarme Srita. Cien, Helicóptero lo hace) y me encuentro viviendo en el chilango. Sobre las maneras en torno a cómo consegui todo eso, no voy a ahondar en lo absoluto; entraríamos en lo engorroso y sólo puntualizaré lo indispensable.

Llevo acá más o menos una semana, ya me mojé en la lluvia, ya me equivoqué en los andenes del metro, ya estuve a punto de ser apachurrada por el tren ligero hacia Taxqueña, ya estuve a punto de chocar en la calzada de Tlalpan, ya me engenté, ya tengo un depita, ya tengo materias, y ya bailé salsa, cumbia y merengue con un chilango riguroso.

El motivo de este post surgió ayer en un bar clandestino de Copilco, entre caguamas de litro y medio de Victoria y escuchando a la Maldita. Aparte, hay que mantener al tanto a la banda, no hay que ser (cita al margen de un fabuloso taxista).

Me temo que, con la pena, me achilangaré. No en un sentido estricto de centralismo y mamonería. Por el contrario, me dedicaré a realizar las más absurdas e inusitadas actividades. A saber, me retacaré en Atzcapotzalco a escuchar algún concierto de punk interpretado por Vómito Nuclear o alguna babosada así, que huelan a piedra y a resistol. Iré a los partidos de los Pumas, enfundada en una playerita del equipo, estilo Chiquitibúm; con shortcitos a media nalga y pintura azul y oro en la cara. Me reventaré todas las pulquerías que queden en Coyoacán. Seré clienta asidua de Don Salud, esa cantinita clandestina que tiene letreros ontológicos que hablan acerca de qué es ese sitio y qué no es. Bueno, esas son las actividades extracurriculares, pero infaltables.
Hay ratos en los que lloro en los pasillos del metro. Hay otros en los que me subo a la combi y todo el trayecto escucho salsa. No me han matado, no me han violado, no he asesinado, pero no se angustien, seguiremos informando. Cuando acaba el día, y fumo en la terraza viendo al cielo, y me pongo a extrañar a todos y a todo; veo la ciudad, me doy el lujo de sentirme triste por un momento y descubro que vale la alegría. Eso y las garnachas. Siempre, lo que queda, es postularse como regarnachera.

2 comentarios:

B. Rimbaud dijo...

Hermosura: No sabía que mi sustento ontológico de belleza se había mudado =( ni con vaselina me lo dijo. Acá todo sigue igual, como cuanto no estaba usted (como dicen los cadetes de linares), ya el caudillos no es lo mismo sin usted, las sol brava han perdido su sabor y el departamento de filosofí ha perdido a su diva...

Anónimo dijo...

Mi niña hechicera de los ojos bonitos, usted no se preocupe que aunque baile al ritmo de los angeles azules nunca va a perder el porte y se vera preciosa como siempre...
Te quiero Friducha... Hechale muchas ganas que algun dia estaremos viejitos y con efisema riendonos de las pendejadas que haciamos jeje, y "akel" sopeando cochitos pero bien remojados pues ya no tendra dientes jajajajaja...
estamos en contacto hechale ganas...

PD. el anonimo de la foto pasada soy yo, lo que pasa eske no entiendo estas cosas globalifilicas muy bien...

www.metroflog.com/veritas