Tanto ha llorado la muchacha de ojos amarillos, que se ha puesto negra como un trozo de hulla. Dice que le punza un astro bajo el seno, una avispa endemoniada tras la lengua. Y nos reclama, con un silbido lejanamente marino, su antigua condición de resina luminosa, su torrentera de ámbar. Nosotros, ya ebrios y aún más oscuros, no hemos reconocido su escama ni el tatuaje de azufre que nos muestra, como una prueba soberbia en la planta de su pie desnudo que semeja un pequeño corazón de cristal.
1 comentario:
INTENTARE POR N-SIMA VEZ MANDAR UN MENSAJE POR AKI ESPERANDO K ESTE SEA EL BUENO XD.
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